Oración del día
11 de abril de 2025
Padre celestial:
Te alabo y agradezco todas tus bendiciones. Gracias por este nuevo amanecer que me concedes para contemplar tus obras maravillosas. Tú quieres que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. (1 Timoteo 2:3-4). Para cumplir este propósito enviaste a la tierra a tu Hijo Jesús. Él, en uno de esos momentos diarios de oración, te pidió: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. (Juan 17:17 )
Pero muchos de nosotros expresamos a menudo: «Tengo mi propia verdad, mi
opinión... válidas como la de cualquier otro». Si fuese suficiente ser sincero
y estar convencido para estar en la verdad, podríamos decir perfectamente: «A
cada uno su verdad. Este relativismo en lugar de aclarar crea caos y confusión.
¿Por qué unos tendrían razón y otros estarían equivocados?». Pero si recibimos
lo que nos es revelado por Dios, sometemos toda opinión a su Palabra. ¿A cada
uno su verdad? No, nuestra vida tiene un sentido, y hay una verdad a la que
debemos asirnos, una verdad que nos supera, que viene de Dios. ¿No la ha
percibido aún? Quizás la agitación reinante o nuestros propios razonamientos
impiden tomar conciencia de ella. Lo que necesita el hombre del siglo 21 es
detener el bullicio del mercado y escuchar la voz de Dios.
¿Qué puede asegurar al hombre el verdadero conocimiento y la libertad de
pensamiento? Ni la liberación de las pasiones, ni siquiera el intento de
evasión espiritual que ofrecen las prácticas basadas en la meditación. El
hombre no necesita una nueva experiencia que le dé una dimensión superior, pues
ya la posee: fue creado para vivir en relación con Dios mismo. Al mirar a Dios
recibe la verdadera luz que alumbra a todo hombre. Esta luz, por un lado, nos
condena, porque nos hace ver nuestro estado de pecadores, pero por otro lado
hace brillar sobre nosotros la gracia y la misericordia divinas. Jesús, el Hijo
de Dios, vino a la tierra para dárnosla a conocer. Él mismo dijo a su Padre:
"Tu palabra es verdad" (Juan 17:17). Ella no ha cambiado.
"Permanece para siempre" (1 Pedro 1:25)
Pidamos a nuestro buen Padre que derrame sobre nosotros su Santo
Espíritu para que podamos comprender que la única verdad a la que debemos
aspirar es Jesucristo. Sigamos sus pasos y rindamos gloria a quien nos rescató
del pecado con su muerte en la cruz. ¡Amén!
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