Oración del día
5 de noviembre 2025
Señor Jesús:
En este amanecer, que me otorgas y que te agradezco, me siento como el leproso que corre a esconderse de las miradas inquisidoras. Ante ti, lo reconozco, padezco la lepra del pecado. Todo mi ser se avergüenza ante tu presencia inmaculada y mis labios te suplican: ¡Ten piedad de mí! Siento en mi alma la ignominia. Me duelen los ríos de sangre que corren por las calles. La inseguridad ha crecido como neblina que ahoga. En mi semblante se advierte el terror.
Mas "en ti se halla la fuente de la vida, y es por tu
luz que vemos la luz. Conserva tu amor a los que te conocen, tus premios a los
de recto corazón." (Salmo, 36:
10-11)
Perdóname, por negarme
a aceptar que tú eres real. Tan real como el sol que avasalla con su luz la
enorme montaña y deja su imponencia desnuda para que quien tenga ojos la
contemple.
Perdóname, por
mostrarme indiferente ante la lepra que padece el mundo.
Perdóname, por cerrar
los ojos para no ver las injusticias y por confabularme con los amos del poder
para impedir que brille la justicia y la paz.
Perdóname, por
desconfiar de tu presencia real entre nosotros que somos tus hijos.
Hoy, es mi deseo,
ofrecerte esta plegaria que nace de lo profundo de mi corazón. Sé que la
oración de un corazón abatido y humillado Tú, mi buen Señor, no la desprecias.
Sólo te repito, avergonzado, esa suplica que aquellos que padecían la lepra te
gritaban para que los curaras: “Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros.” Y Tú
los curaste porque eres real y escuchas a quien humillado reconoce su lepra y
te pide perdón. Amén.

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