Cuando la muerte nos visita.


La muerte es una realidad natural, más amiga de la vida que de ella misma. Si no fuera así sería eterno el sufrimiento del enfermo que agoniza. Pero ninguna muerte nos duele tanto como la de aquella persona que anidaba en el corazón. Su presencia nos transforma y como salsa amarga recorre el cuerpo que languidece.
Pero razón tenía Miguel de Unamuno al decir: “Una vida sin muerte, sin catabolismo en su incesante anabolismo no sería más que una muerte perpetua, un reposo forzado. La vida real se mantiene mediante la muerte.”
Hoy mi voz desea ser bálsamo para mis amigos venezolanos. Pensando en ellos y acompañándolos, recordé la fea cara de Caronte, pero también traje a la memoria la esperanza que Jesucristo nos legó al resucitar. Que Dios abrace al controvertido y amado Comandante de la Revolución Bolivariana. Aquí le dejo, Venezuela hermana, este canto:
                                                         
Caronte, el viejo barquero del río Estigia, no puede decirnos que es inmortal.
Su embarcación ya no lleva al sufriente moribundo,
en la popa ya no puede cantar el dolor que lo amilana,
en la proa tampoco puede reír de los que velan en torno del enfermo,
bajo el velamen no puede ocultar su hipocresía ante el que espera la resurrección.

Para su barca no hay puerto donde se le espere con alegría,
ninguna madre desea ver su cara,
ningún hijo se atrevería a estrechar su mano como si llegara el amigo,
nadie le ayudará a echar el ancla para que su alma pueda descansar,
no le queda otro destino que remar y remar.

Corran la voz y que nadie vaya hacia él.
Que la viuda mantenga el recuerdo del marido que la hizo feliz bajo la flor del azahar.
Que la madre sonría levantando en alto al hijo que tanto sufrimiento le causó al nacer.
Que la hermana abrace sin temor al hermano que vuelve de la guerra fratricida.
Que la hija no tema la fatal visita que la vida ordena esperar.
Que las palomas vuelvan con hojas de olivos en sus picos.

Que Caronte se dé cuenta que no tiene por qué volver a una playa donde todos odian su presencia.
Que la esperanza zarpe y le combata en plena mar hasta verlo ahogado.
Que retorne el campesino a la montaña donde la paz se halla.
Que vayan las mujeres a los cafetales y nos traigan las cerezas rojas para calentar el cuerpo.
Que ya no vayan las viudas a los solitarios jardines a cortar las rosas y azucenas.
Que los huérfanos encuentren el solaz de una familia donde el amor es pan que se comparte al desayuno.
Que David no se lamente y que Absalón cante para consolar a su padre.
Que la ráfaga de viento que sube por el recodo del río no traiga la noticia que su barca se aproxima.
Que la cascada sea pura y cristalina para que fecunde el desierto que la añora.
Que Venezuela cambie su llanto en gozo y
que a Colombia la violencia no le arrebate más su sueño de vivir en paz.


AHORA  los libros de Efraín Gutiérrez Zambrano llegarán a su casa. Sólo escriba al correo electrónico: efraguza@gmail.com y le daremos las instrucciones para el pago y envío. Asunto: Pedido


Comentarios

Entradas populares de este blog

Oración del día

Oración del día

Oración del día