Oración del día


 

17 de julio de 2022

 Señor Jesús:

Gracias por el don de la vida. Gracias por la inteligencia que nos permite discernir. Gracias por este nuevo amanecer.

 Un juez jubilado, conocedor de su oficio y de conciencia recta, después de ocupar altos cargos como magistrado de la Corte Suprema de su país, hizo el siguiente comentario: Hoy, la mayoría de la gente quiere que «lo que es anormal sea normalizado» y «lo que es normal se vuelva anormal». En la Sagrada Biblia el profeta predijo con mucha antelación que vendrían días en los cuales los seres humanos "a lo malo" llamarían "bueno, y a lo bueno malo" (Isaías 5:20). Hoy, muchas mentes que algunos denominan visionarias y «liberales» afirman, por ejemplo, que el matrimonio es una institución anticuada que no responde a los ideales de una época de mucha libertad. Que el divorcio es lo mejor y que separarse es parte de la sociedad laica de nuestro tiempo. Sin embargo, la unión de un varón y una mujer en el matrimonio instituido por Dios es el único marco, por cierto, maravilloso, para vivir la plenitud de la sexualidad y ver crecer a los hijos. Dios nos advirtió que nuestra sociedad se volvería como enferma desde la cabeza hasta los pies (Isaías 1:2-10). Las formas de vida actuales están tan orientadas hacia la perversión sexual, la disgregación de la familia, la violencia y la anarquía política impulsada por la corrupción, que las relaciones normales, el respeto a las leyes y el valor de la vida humana son atacados hasta por los mismos legisladores.

Desde la entrada del pecado en el mundo, el hombre siempre se ha opuesto a Dios y a las instituciones que él estableció con una perfecta sabiduría. Los verdaderos cristianos debemos seguir fieles a los principios del Evangelio y separarnos de todo lo que constituye una desobediencia a las leyes divinas. Cuando la Palabra de Dios declara: "No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo" (1 Juan 2:15), nos pone en guardia contra las codicias y los placeres del mundo que a menudo se oponen al amor, la paz y el gozo que hallamos junto a Dios. Debemos traer a la memoria las palabras del Apóstol amado de Jesús: “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. (1 Juan 2:17). Jesús, cuando ora por sus seguidores, dice a su Padre: No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. (Juan 17:15).

Señor, danos sabiduría para que podamos discernir el bien del mal y gran fortaleza para optar por las cosas saludables para el alma y para el cuerpo. Amén.     

 



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