Mensaje de año nuevo

Cuando se acerca el final del año se interroga con angustia o nostalgia al destino. Algunos cierran la puerta que da a los patios del pasado, pero no se dan cuenta que al cerrarla también impiden que entre la luz del sol que acompaña el mañana.

En el balance de sus días se enorgullecen los que ven aumentar los dígitos de su cuenta bancaria o los que compraron muchos predios sembrados de ilusiones. Es maravilloso, para ellos, abrir la ventana y esperar que el viento traiga perfumes con los primeros días del año. Al ritmo de los brindis pierden la sensatez y el día primero del año nuevo sienten el hígado como arenal desértico y esa sensación los lleva a dormir atrapados en el dolor interno su primer deseo.  


Algunos se sienten prisioneros de pasiones que ya no les pertenecen porque los años, como las lluvias, se las llevaron en sus torrentes. Sólo queda el recuerdo de muchas equivocaciones que no se quisieron admitir y la seguridad de que al finalizar el día las sombras abrazarán a los caminantes bajo las estrellas.

El peso de la indiferencia colectiva aplasta el respeto y la gratitud mientras la vulgaridad se mezcla con harina de trigo y levadura.

A la familia la cercena el divorcio, la infidelidad y el egoísmo mientras los legisladores creen que con leyes salvan la fantasía de los niños y la inteligencia juvenil y prohíben refrenar los instintos con el amor cimentado en el ejemplo.

Puede que la niebla cubra el valle en la mañana, pero al medio día, no podremos reprimir el bochorno que causan los gracejos de los amores clandestinos. Es que nuestra ceguera no permite ver que los años no son acumulación de días y semanas, sino caminos sinuosos formados por la emoción del instante y el lamento del viento que lo impulsa.    

Pocos admitimos que a la primavera sigue el otoño y al otoño, el invierno. Luego la lluvia caerá sobre los pastos o tal vez los racimos que la ley universal de la trasformación de la energía haya permitido que broten de nuestras entrañas o cenizas. Pero al final del año conviene a todos, a manera de sortilegio, decir: Que mi salud no se apague. Mientras tenga fuerzas contemplaré el mundo con la firme esperanza de ser feliz, al lado de los que amo y me aman, en los días por venir. 

Feliz año 2023 les desea Efraín Gutiérrez Zambrano y familia.             

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