Oración del día
30 de diciembre de 2022
Padre, gracias por este hermoso
amanecer que nos regalas. El cielo se muestra sereno. Gracias por darme la oportunidad de alabarte y
meditar la misión que nos diste.
Hacer el bien es la orden que recibimos de ti, Padre celestial. El
cristiano es llamado a esforzarse para hacer el bien. Como estimulo tiene el
ejemplo del Señor Jesús, su Salvador, quien en la tierra fue de uno a otro lugar
haciendo el bien (Hechos 10:38). El apóstol Pedro lo recuerda y exhorta a sus
hermanos a practicar el bien siguiendo el ejemplo de Jesús, el modelo perfecto,
incluso si esto les acarrea sufrimientos. "Si haciendo lo bueno sufrís, y
lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios" (1 Pedro
2:20).
Ayudemos a los menos favorecidos, visitemos a los
enfermos, a los que están aislados; así sentiremos que nuestra propia carga es
más liviana. El contacto con el sufrimiento y la angustia, el ver tantas
miserias físicas y morales nos harán más conscientes de nuestros privilegios.
Harán que seamos más perseverantes en el importante servicio de la oración y de
la beneficencia.
Por lo tanto, hacer el bien sin cansarse es el deber del cristiano en un mundo donde hay tanto egoísmo. La búsqueda ferviente de sus propios intereses tiene como consecuencia directa frecuentes conflictos entre los pueblos, los individuos y las familias. Quien acepta a Jesús, como su Salvador, nunca debería olvidar que lo que posee lo debe solamente a la gracia de Dios. Si aprecia realmente esta gracia, lo mostrará por su prontitud para dar, ayudar y servir a su prójimo.
¿Anhelamos tener más gozo? Pues bien, lo hallaremos tratando, cada vez que podamos, de aligerar las condiciones de vida de nuestros semejantes. Y, sobre todo, en esto serviremos al Señor e imitaremos a Jesús.
Señor, danos entrañas de misericordia y ayúdanos a vencer el egoísmo
que nos mantiene atados a nuestros deseos. Amén.
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