Oración del día
26 de diciembre de 2022
Señor Jesús, danos sabiduría para comprender la encarnación del Hijo de Dios.
“Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo
acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada”. (Lucas
2:7)
Un recién nacido nos causa emoción y admiración. Los pastores, primeros en enterarse del nacimiento de Jesús las experimentaron. Ellos habían sido advertidos por un ángel que el niño que iban a encontrar acostado en un pesebre de Belén, la ciudad de David, era el Salvador, el Cristo, el Señor. Al verlo se maravillaron y glorificaron a Dios.
¿Qué sentimos hoy ante el nacimiento de
Jesús? Estamos ante una belleza sublime, pero no podemos penetrar en el
misterio de este nacimiento. Dios tenía que hacerse hombre, según las
profecías, es decir, pasar por el proceso que vive todo hombre desde el
nacimiento hasta la edad adulta. El misterio de Belén, el nacimiento del niño
Jesús, es la manifestación de un hecho único que sobrepasa todo conocimiento
humano: la encarnación de Dios, es decir, Dios hecho hombre. Jesús es el Hijo
de Dios. Es la base de la fe en Jesús, el Salvador del mundo. Jesús es
plenamente hombre y plenamente Dios. El hecho de que Jesús se haya rebajado de
tal modo que se lo conozca como «el niño de Belén», o «el mártir del Gólgota»,
no se opone al hecho de que sea el todopoderoso. Al contrario, Jesús, el Hijo
de Dios, es la verdadera revelación del poder y del amor divinos. ¡Qué bella
prueba de amor por parte de Dios: vino a vivir entre los hombres bajo la forma
tan frágil de un recién nacido! La encarnación de Dios es el camino del amor
divino hacia el hombre. Para nosotros es un motivo de adoración si vivimos la
fe. Jesús, el "Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros." (Juan
1:14). Acerquémonos al pesebre a contemplar la gloria. Señor, gracias por venir
a compartir con nosotros y a enseñarnos el camino al cielo. Amén.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por su comentario