Oración del día
11 de diciembre de 2022
Señor Jesús:
Gracias por la
vida, el aire y el agua. Quiero meditar sobre la existencia del mundo. Dos
preguntas son inevitables: ¿Quién lo creó? ¿Para qué lo creó? San Pablo nos da
una respuesta: "Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo
todas las cosas es Dios" (Hebreos 3:4). Toda casa requiere un arquitecto,
un constructor. Del mismo modo, la naturaleza que nos rodea y el hombre mismo
testifican la existencia de un creador que planeó todo con un objetivo
concreto. “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la
obra de sus manos... No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz... Hasta
el extremo del mundo sus palabras”. (Salmo 19:1-4)
Los filósofos y científicos pueden ingeniar
otras explicaciones, pero éstas nunca serán satisfactorias. El mundo material,
el mundo vivo, la conciencia, el lenguaje humano, el pensamiento... no fueron
producidos por la energía, ni por el tiempo, ni por el azar. Hay alguien que
todo lo planeó, le dio leyes… sin duda hay un Dios, un Creador. Una simple flor
nos interroga y maravilla, da testimonio de la grandeza de Aquel que la creó y
le dio una belleza y perfume determinados. Un bebé nos interpela con su sonrisa
inocente y nos interroga sobre el proceso de gestación y desarrollo humano.
Dios, a través de su obra y sus misterios nos llama para que tomemos conciencia
de nuestra pequeñez y fragilidad: "Yo te preguntaré, y tú me contestarás.
¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes
inteligencia" (Job 38:3).
Estas preguntas
nos hacen reconocer los límites de nuestro conocimiento y a inclinarnos ante
Dios, ante su sabiduría y su amor... Todo lo hizo para que pudiéramos
satisfacer nuestras necesidades físicas y espirituales ¿Y qué podemos decir
cuando la naturaleza nos ataca porque la queremos destruir? ¡Cuán pequeños,
vulnerables e impotentes nos sentimos ante un terremoto, un Tsunami, una
tempestad e incluso sencillamente ante una lluvia torrencial
Gracias, Señor.
Tus obras son maravillosas y mi alma te reclama. Amén.
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