Oración del día
10 de septiembre de 2024
Padre celestial:
En este nuevo día te agradezco el don de la vida y medito las palabras del apóstol Pablo: "Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios." (Gálatas 4:4-7)
El
apóstol manifiesta que la ley, así sea la de Moisés, es inferior al Evangelio
de Cristo. Quedarnos sometidos a la ley es someternos a la justicia humana que
no siempre es justa, y, en algunos casos, quienes dictan esas normas lo hacen
para su propio beneficio y nos conducen a esclavitud. No comprendemos el
significado de la ley que dan los legisladores y que en lugar de llevar a los
pueblos a la luz los conducen a las tinieblas con sus observancias gravosas y
los mantienen sujetos como a un niño bajo tutores y curadores. Permítenos, oh,
Dios, en este nuevo día entender la dispensación evangélica que es el amor de
tu Hijo al entregar su vida para rescatarnos.
Estas
palabras son clara manifestación de las maravillas del amor de Dios y de su
misericordia al enviar a su Hijo al mundo para redimirnos y salvarnos. Así el
Hijo de Dios se anonadó y en su pequeñez nos engrandeció al sufrir por nosotros
que éramos culpables y con su perdón permitió que el Espíritu Santo habitara en
los corazones de quienes creemos en Cristo. Además, los derechos de hijos
adoptivos sólo se disfrutan bajo el Evangelio. Su amor nos cambia la naturaleza
de hijos de la ira y la desobediencia por derechos de los hijos de Dios; pues
Tú, Padre celestial, deseas que todos seamos herederos y que nuestra conducta
sea la de los hijos que aman a su Padre. Danos en este día licencia de decir:
Te amo Padre y deseo hacer tu voluntad. Amén.
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