Oración del día
24 de octubre 2022
Señor:
Gracias por este momento que me otorgas
para que medite y permita que me instruyas. Que tu Santo Espíritu me guíe.
Cuando me siento
abatido y no hallo salida para solucionar mi problema recurro a Ti, mi Dios y
digo:
“Yo empero al Señor
esperaré, esperaré al Dios de mi salud; el Dios mío me oirá”. (Miqueas 7:7)
Aunque siento dolores
que me estremecen el alma y que los demás no pueden ver, sino Dios, invoco su
misericordia para que me libre de tales sufrimientos.
Me lleno de esperanza
y levanto la vista para buscar el horizonte hacia donde debo dirigir mis pasos.
Suplico a Dios me dé
paciencia para soportar la prueba y sabiduría para encarar los ataques de
quienes insisten en atarme con sus lenguas y acciones humillantes. El problema
lo generan las mentes que juzgan y condenan y los malvados que se arman para
atacar al desvalido. Ellos creen que el dinero soluciona el problema y rechazan
la sabiduría que Dios da a quien la solicita:
"Recibid
mi enseñanza antes que la plata, y ciencia antes que el oro puro; porque mejor
es la sabiduría que las perlas, y no hay cosa deseable que se le pueda
comparar" (Proverbios 8:10-11)
Actuar de
manera contraria a la voluntad de Dios es no aceptar a su Hijo que nos pide que
vivamos sin juzgar a otros y practicando el verdadero amor. (Mateo 7:1).
Al juzgar, es la presunción el
gran pecado que cometemos porque sin saber los motivos de las batallas
interiores de quien sufre señalamos que son causa de un error de su vida sin
conocerlo. De paso nos declaramos mejores que aquel que sufre y cuya causa
ignoramos.
“Me
importa muy poco si soy juzgado por ti o por cualquier tribunal humano; de
hecho, ni siquiera me juzgo a mí mismo. Mi conciencia está limpia, pero eso no
me hace inocente. Es el Señor quien me juzga. Por lo tanto, no juzguen nada
antes del tiempo señalado; espera hasta que venga el Señor. Traerá a la luz lo que
está oculto en la oscuridad y expondrá los motivos del corazón. En ese momento
cada uno recibirá su alabanza de Dios.” (1 Corintios 4: 3-5).
En
este día, Señor, dame sabiduría para no juzgar y amar al prójimo como a mí
mismo. Amén.
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