Oración del día
8 de octubre 2022
Señor y Dios nuestro:
“Tu majestad se alza por encima de los cielos. De
la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza.” (Salmo 8:3). Y Pablo,
el apóstol de los gentiles dice: “Lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es
más fuerte que los hombres” (1Co 1,25). Desde el primer momento en que el Hijo
de Dios vino al mundo suscitó enemigos. Se opuso la gente al negarle un
albergue para pasar la noche. Se opuso el rey Herodes y hasta mandó matar a
todos los niños menores de dos años para librarse del Rey. Hasta en su propio pueblo
lo quisieron matar porque no era posible que el enseñara esas cosas del cielo.
Se le condenó a morir en la cruz porque pensaron que de esa manera se librarían
de sus palabras que comprometían el bienestar de los dueños del poder del
mundo. “Pero ahora, hace muy
poco tiempo, el Señor, nuestro Dios, nos ha concedido la gracia de dejarnos un
resto de sobrevivientes y de darnos un refugio en su Lugar santo. Así nuestro
Dios ha iluminado nuestros ojos y nos ha dado un respiro en medio de nuestra
esclavitud”. (Esdras 9:5-9).
Jesús, desde la cruz,
enseñó el perdón de Dios a sus enemigos. La invitación a seguir su camino es
muy sencilla. “Vengan
a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré
descanso”. (Mateo
11:28).
En este nuevo
amanecer miremos al crucificado y pongamos toda nuestra fe en quien no pudo ser
derrotado, aunque jamás se defendió de sus adversarios. Venzamos nuestra
necedad y alabemos a Dios, aunque muchos se opongan a nuestra condición de
cristianos. Señor, danos sabiduría para comprender este inefable misterio de la
cruz. Amén.
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