Oración del día
21 de marzo de 2025
Señor
Jesús:
Te alabo
y te doy gracias por aceptar tu misión de salvarnos. Hoy medito sobre ese
pasaje que nos llena de consuelo al saber que vendrán nuevas noticias de paz y
nos darás nueva vida.
¡Cuán
hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que
anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación!
(Isaías 52:7)
El profeta promete a Israel la
redención del cautiverio y el regreso del destierro, y asegura al pueblo
escogido de Dios que serán restaurados a la tierra de sus padres. Cesará el
abandono y el desarraigo, consecuencia del pecado, y volverá la adoración de
Dios en el monte Sion.
El Evangelio nos trae la noticia
de la victoria sobre el pecado, anuncia la reconciliación con nuestro Dios y
Padre. Pero el pecado todavía permanece en el mundo, a pesar de las victorias
de Jesús, así como los cananeos que permanecieron en los límites de la tierra
prometida, a pesar de las victorias de Josué.
Esos cananeos están allí para
probar a los hijos de Israel y enseñarles la guerra (Jueces 3:1). Por una razón
similar el pecado todavía queda en la tierra y somos puestos a prueba para
demostrar obediencia a Dios. Pero ya no somos débiles. Cristo es nuestra
armadura en la prueba. Nos ha enviado su Espíritu para fortalecernos mientras
estamos de pie y nos ha dado su cruz para que nos sujetemos a ella para no
caer. Con Cristo, la muerte no es final oscuro y lúgubre sino la puerta que se
abre a una vida gloriosa y en paz. Ya no estamos enemistados con Dios. Ahora
somos sus hijos y debemos portarnos como los príncipes y princesas que somos.
Obremos de acuerdo con la voluntad de Dios. En esto
consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos
amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. (1 Juan
4:10). Señor, ven y ayúdanos a luchar contra nuestros egoísmos y vicios.
Amén.
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