Oración del día
7 de
marzo de 2025
Padre celestial:
Deploramos
y tememos la crueldad y la guerra; tal vez pensemos que en eso sólo están
implicados los demás, sin embargo, ningún país ni barrio está libre de esos
dramas sobre los cuales los medios de comunicación informan. El cristiano
tampoco está exento de las pruebas y sufrimientos que los violentos causan con
sus odios y resentimientos. Sin embargo, Jesús aporta certezas a quienes
aceptan sus palabras que dan la paz en medio del dolor. Para un corazón cargado
y angustiado, la verdadera esperanza, la verdadera paz, no pueden venir de los
seres humanos, ni de una sociedad que rechaza la oración y la presencia de Dios
en la vida diaria. Lo primero que Dios da a los que reconocen sus errores y
piden el perdón de ellos, mediante la confesión con fe, es una conciencia
tranquila. Nuestro mundo violento y convulsionado no puede dar ninguna
tranquilidad; en cambio, todo es luz para el que acepta a Cristo como Salvador
y Señor de su vida. El cristiano reconoce a Dios como a su Padre celestial que
dirige todo para el bien de sus hijos: "Y sabemos que a los que aman a
Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados" (Romanos 8:28). Aún en las situaciones más
difíciles. Quien deposita su confianza en Dios "no tendrá temor de malas
noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor" (Salmo 112:7). Dios
da paz, no como la da el mundo, sino conforme a sus inefables propósitos de
Padre amoroso. “El Señor es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados
pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi
alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre”. (Salmo 23:1-3)
“Yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen”. (Eclesiastés 8:12).
Hoy, escuchemos a Dios, trabajemos por construir la paz y obremos conforme a
sus preceptos. Amén.
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