Sin lealtad no hay amistad
Qué difícil es para el ser humano ser fiel y
qué tarea tan ardua experimentar la lealtad. La fidelidad y la lealtad son
valores fundamentales para las relaciones humanas y no se pueden separar. Están
tan cercanas como el oxigeno y el hidrógeno en la gota de agua. Ambas tienen su
fuente en el compromiso que se adquiere con discernimiento y espontánea
libertad.

Muchos son los ejemplos de fidelidad y lealtad
que nos dan perros y caballos que en nada estiman sus vidas si entregando la
propia salvan la de sus amos. Son historias que nos conmueven y hasta nos
llevan al paroxismo y al llanto, pero olvidamos al momento de emular cuando un
familiar o un amigo ha caído en desgracia.
Mas no olvidemos que estos valores son
fundamentales para el desarrollo de las buenas relaciones entre los
seres y organizaciones humanas. Pero en nuestros tiempos, hemos de reconocerlo,
pocas personas los conocen y los practican. Ni siquiera somos fieles con nuestros
principios. En muchas ocasiones no tenemos la fortaleza y convicción necesarias
para defender lo que creemos. Ante circunstancias difíciles no actuamos en
armonía con lo que sostenemos porque nos falta coherencia.
La lealtad, como la casa, debe tener buenas
bases para que pueda soportar inclemencias y desastres. Al igual que ella, se construye
de piedra en piedra, y ladrillo en ladrillo. Para crecer exige la confianza
mutua y diaria entre quienes dicen tener
una amistad, un compromiso amoroso o una relación de tipo laboral.
Sin ella
el ser humano se condena a la soledad
enfermiza que lo amilana y le fustiga el alma. Esta virtud despierta la
conciencia y exige a la voluntad como ninguna otra. La lealtad es una muestra
de respeto no sólo a la otra persona sino a la propia porque sin él caemos en
la traición. Cuando hay fidelidad y lealtad somos capaces de profundizar en el
conocimiento del ser que estimamos o amamos y al hacerlo aumentamos la comprensión
mutua.
Sin estos
valores la amistad se vuelve frágil y superficial, pero los amigos
superficiales no existen. Se es amigo tanto en las verdes como en las maduras. La
lealtad impone el obrar sin mezquindades ni intereses. Nada más falso y
decepcionante que aquella persona que nos busca mientras la prosperidad o la
algazara existan.
Sin
fidelidad y lealtad el amor de la pareja
desaparece como el rocío al salir el sol.
Cuando se carece de ellas se ha roto el compromiso adquirido y otras personas
pueden entrar en la intimidad del hogar para destruirlo.
En las relaciones
laborales no se pueden olvidar estas virtudes. Trabajar en una empresa porque
nos pagan y no hacer cosa diferente a la que estipula el contrato es más la
conducta del esclavo que el de la persona fiel, leal y agradecida.
El
verdadero éxito emerge de las relaciones fieles y leales que establecemos con
los demás. Sin ellas no hay triunfos ni aplausos. El esfuerzo propio se sublima
cuando los demás lo valoran y admiran a quien ofrece lo mejor de sí mismo. Y
para darse a los demás se necesita mucha fidelidad y lealtad con quienes
esperan y confían en nosotros.
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Bellísima reflexión sobre la fidelidad y la lealtad. "Sin estos valores la amistad se vuelve frágil y superficial, pero los amigos superficiales no existen" ... que profunda pena se sufre al percibir que un amigo muy querido no te correspondia tanto y estaba dispuesto a hacer pactos con tus enemigos y encaramarse sobre tus escombros para alzarse a rapiñar tu exito recién arrebatado. Pero a veces, existe el perdón.
ResponderEliminarSaludos
Casilda
http://casildacasi.blogspot.com.es/2012/12/las-amistades-venenosas-o-ya-lo-dice-la.html