Oración del día


Señor:

Te reconozco como Padre y deseo alabarte y darte gracias. 

Siento amor por mis hijos y pienso que se parece al amor de Dios por su pueblo. Somos su familia. Pero luego recordé tantas noticias sobre los abusos de los padres, incluso algunos que llegan a la muerte violenta de sus hijos. También vino a mi memoria que, yo mismo, he cometido errores con mis hijos. Muchas veces escogemos lo que más conviene a nuestros intereses y de manera egoísta nos olvidamos de darles amor verdadero. Creemos que darles dinero y cosas es suficiente y que ellos serán felices.

Pero Dios nunca falla. Él siempre quiere lo mejor para nosotros. No dudó en darnos incluso a su propio hijo para morir en nuestro lugar en la cruz, para que podamos tener vida eterna. Y para que fuéramos llamados Hijos de Dios. Somos hijos del mismo Dios. Él llena de bendiciones a quienes lo reconocen como Padre y lo obedecen.

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él. 

(1 Juan 3: 1) 

El amor de Dios no tiene comparación. Pensemos en las circunstancias que rodean nuestra vida y digamos con fe: 

Señor, te agradezco tu inmenso amor. Tu amor no puede compararse con nada terrenal. El amor perfecto sólo existe en ti y quiero que no olvides que soy tu hijo y necesito de tus bendiciones. Protégeme de todo mal y llévame por el camino recto.    Amén

 

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