Oración del día
7 de marzo de 2022
Padre celestial:
Te alabaré; porque formidables y
maravillosas son tus obras. (Salmo 139:13-14) Todos los días me sorprendes con
el milagro de la vida. Pero no hay día que no tengamos malas noticias. Nos
llegan de manera instantánea a través de los medios de comunicación y redes
sociales desde todos los puntos cardinales. Varios asesinados en el estadio, feminicidio
aquí en la ciudad, un conflicto armado en la llanura, toma de rehenes en la
playa y ataques violentos que originan dolor y desplazamientos injustos. La
guerra ataca como fiera a los indefensos ciudadanos.
Deploramos y tememos la violencia y
la guerra; tal vez pensemos que en eso sólo están implicados los demás, sin
embargo, ningún país ni barrio está libre de esos dramas sobre los cuales los
medios de comunicación informan. El cristiano tampoco está exento de las
pruebas y sufrimientos que los violentos causan con sus odios y resentimientos.
Sin embargo, Jesús aporta certezas a quienes aceptan sus palabras que dan la
paz en medio del dolor. Para un corazón cargado y angustiado, la verdadera
esperanza, la verdadera paz, no pueden venir de los seres humanos, ni de una
sociedad que rechaza la oración y la presencia de Dios en la vida diaria. Lo
primero que Dios da a los que reconocen sus errores y piden el perdón de ellos,
mediante la confesión con fe, es una conciencia tranquila. Nuestro mundo violento
y convulsionado no puede dar ninguna tranquilidad; en cambio, todo es luz para
el que acepta a Cristo como Salvador y Señor de su vida. El cristiano reconoce
a Dios como a su Padre celestial que dirige todo para el bien de sus hijos:
"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28). Aún
en las situaciones más difíciles. Quien deposita su confianza en Dios "no
tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en el
Señor" (Salmo 112:7). Dios da paz, no como la da el mundo, sino conforme a
sus inefables propósitos de Padre amoroso. “El Señor es mi pastor; nada me
faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de
reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por
amor de su nombre”. (Salmo 23:1-3) “Yo también sé que les irá bien a los que a
Dios temen”. (Eclesiastés 8:12). Hoy, escuchemos a Dios y obremos conforme a
sus preceptos. Amén.
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