Oración del día


 

27 de enero de 2023

Padre nuestro:

Gracias te damos por la existencia y la oportunidad de agradecer que nos llamaste a la vida.

La muerte como el duelo son procesos naturales, pero no es fácil admitir que alguien cercano a tu corazón se vaya de manera intempestiva. En la vida humana hay etapas de desarrollo y en cada una de ellas hay unas maneras de ser y de pensar. Cuando niños es lo más bello el juego; en la adolescencia el amor llama para entregarnos sus deleites. Cuando la muerte sobreviene en la vejez es como si se hubiera acabado el día y la noche es bienvenida para descansar. Pero cuando la muerte, el accidente fatal o la enfermedad incurable golpean en plena edad productiva son hechos que calificamos de desgracia grande. Pero para quienes tenemos valores trascendentes como la fe en Dios, la muerte tan solo es un nuevo nacimiento, un salto a una mejor condición humana porque somos hijos de aquel nos llamó a vivir en su presencia. Si comprendemos la voluntad de Dios, si estamos pasando por el duelo que causa la partida de alguien que amamos, no podremos negar el dolor, pero tampoco quiere Dios que nos aferremos a él. Es nuestro deber de seguidores de Jesús aceptar que viviremos junto a Él en los jardines celestiales. Procuremos, en este cambio abrupto de nuestra condición humana, demostrar el verdadero amor dejando que la persona que amamos vaya al encuentro de Dios quien la llamó y honremos la vida de quien ya no está con nosotros de manera física, pero que al observarnos llorar no podrá evitar su tristeza al vernos aferrados al dolor cuando la muerte es la puerta que se abre como una flor a la eternidad y a la contemplación del rostro de nuestro Dios. Recordemos estas palabras que Jesús, antes de morir para resucitar, nos dijo: “en verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará”. (Juan 12, 24-26) Amén.

Esta oración que acaba de leer me inspiró el Espíritu Santo hace un año y con la sinceridad de mi corazón contrito las expresé a su familia. Leidy Carolina Ardila Piñeros, exalumna rosarista, con su sonrisa alegra los jardines celestiales. En su memoria hicimos, su familia y yo un libro que se titula La Dama del Ensueño y otras crónicas. Los invitamos a leerlo. Pueden pedirlo por WhatsApp al 316 611 9670  

Comentarios

Entradas populares de este blog

Oración del día

Oración del día

Oración del día