Oración del día

 


8 de febrero de 2024

 Señor:

Gracias por permitirnos alabarte y admirar tus maravillas bajo este nuevo sol. Tu poder y tu autoridad son absolutos. Todas las cosas te sirven. (Salmo 119:91). ¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó? (Lamentaciones 3:37). Dios creó el universo con tal sabiduría que los mejores de todos los sabios humanos no comprenden totalmente. Son escasas luces las que nos permiten explicar algunos de los fenómenos. Es más lo que nos desconcierta que lo que explicamos. “Él dijo y fue hecho; él mandó y existió”. (Salmo 33:9). Nosotros los humanos estamos en la obligación de acatarle y obedecerle.

En tiempos de Acab (unos 900 años antes de Cristo) hubo una terrible hambruna en el país. El profeta Elías obedeció al Señor para no morir en tan lamentable condición: “Apártate de aquí … y escóndete en el arroyo de Querit… Yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer”. (1 Reyes 17: 3-4). Pese a la extraña orden el profeta obedeció sin replicar a Dios y no le faltó el alimento durante dichos años.

Muchos años después Cristo se halla con Simón Pedro, al borde del lago, le dice: “Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Responde Simón y le dice: Maestro toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; pero en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y la red se rompía… Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador”. (Lucas 5:4-8). Cuando las dificultades se presenten escuchemos la voz de Dios y obremos como nos indique, pero con mucha fe. Obremos como Samuel y digamos: Habla Señor que tu siervo escucha. (1 Samuel 3:9-10). Danos hoy, Señor, sabiduría para comprender tu mensaje. Amén.                       

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