Oración del día
15 de diciembre de 2023
Padre celestial:
Quiero alabarte y bendecirte en
este nuevo día que me concedes. Gracias por esta oportunidad de meditar y
ofrecer mi jornada para gloria tuya. Me doy cuenta de que las situaciones
pasadas tienden a repetirse. La vida es cíclica. A una época de crisis sigue
una de prosperidad, la cual a su vez es seguida por una época de decadencia.
Las mismas causas producen los mismos efectos. Así lo estableciste. Los
planetas y estrellas se mueven en órbitas y a una estación sigue otra y se
produce la repetición: "¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo
que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol"
(Eclesiastés 1:9). Pero Dios, juez de todos, aprecia de forma soberana cuanto
hace el ser humano. El Señor "traerá toda obra a juicio, juntamente con
toda cosa encubierta, sea buena o sea mala" (Eclesiastés 12:14).
Según el libro del Génesis la
maldad de los hombres acarreó un diluvio, el cual destruyó lo que había en la
tierra y a sus habitantes. Igualmente, la perversidad de los habitantes de
Sodoma trajo como consecuencia su destrucción. Los hechos no suceden de manera
vertiginosa y los años parecen avanzar lentamente. A un siglo sigue otro y la
maldad va en aumento. Pero un día Dios pondrá fin a la historia humana y
terrestre Hasta ahora ha soportado toda la maldad que su criatura ha acumulado
bajo el sol, pero su paciencia llegará a su fin. “El Señor... es paciente para
con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento. (2 Pedro 3:9). El tiempo de adviento es preparación para
recibirle y Dios espera que nos presentemos ante su Hijo con un corazón puro. La
Palabra de Dios anuncia el juicio que caerá sobre los que viven sin Dios en este
mundo. Pero, así como sucedió con Noé, quien se refugió en el arca, o con Lot,
quien fue sacado de Sodoma antes de que la ciudad fuese destruida, la Palabra
también muestra a cada uno cómo puede escapar de ese juicio: aceptando a
Jesucristo, quien murió por nosotros en la cruz, y resucitó. Vayamos a Jesús,
confesemos nuestros pecados para que sean perdonados y pidamos en este nuevo
día su misericordia. Digamos: Señor, ten misericordia de nosotros y del mundo
entero. Amén.
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