Oración del día

 


11 de abril de 2024

 Padre celestial:

 Gracias por este bello amanecer. Hoy deseo que me instruyas y seas el sol que ilumina mis caminos. Que tu Palabra sea mi alimento. Quiero formar parte de tu escuela…  

El discípulo ingresa en la escuela de Dios a partir del momento en que acepta a Jesús como su Salvador, y permanece en ella hasta finalizar su escolaridad, es decir, hasta el final de su vida aquí en la tierra. En esta escuela el profesor es Jesucristo mismo. Él es el Maestro de todos y se adapta al ritmo de aprendizaje de cada uno. Entre el alumno y el profesor se desarrolla una relación de confianza, que es la motivación para progresar.

“Te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”. (Salmo 32:8)

El manual escolar es la Biblia. A través de ella descubrimos qué piensa Dios de los hombres, cuál es su interés por ellos, qué hizo y qué quiere hacer aún por ellos. Es necesario leerla y memorizarla para poder citarla en cualquier situación.

“Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios”. (Colosenses 1:10)

También hay ejercicios prácticos, es decir, todas las situaciones diarias en las cuales ponemos en práctica lo que aprendimos. Dios no quiere sólo mentes llenas de citas, sino sobre todo vidas que pongan en práctica lo que aprendieron. "Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra". (San Lucas 8,19-21)

Su gracia nos instruye para que "renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente" (Tito 2:12). A veces hay exámenes, pruebas concretas que revelan los progresos del discípulo. El Señor quiere que las atravesemos con él, para hacernos salir de ellas más fuertes. Al final, en el cielo, tendrá lugar la entrega de los premios. ¡Nadie será ignorado! Los premios no serán para los que sepan todo al pie de la letra, sino para los que hayan utilizado las capacidades que Dios les dio para caminar de una manera digna.

Maestro Jesús, hoy decimos como tus apóstoles: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos". (San Lucas 11-1-4) ¡Amén!   

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