Oración del día
16 de abril 2024
Padre nuestro:
Gracias por la vida y por la obra maravillosa que nos diste.
El universo, obra de tus manos, es un inmenso libro que se abre ante mí: "Los cielos cuentan la gloria de Dios" (Salmo 19:1). Me demuestra que tu poder es eterno, soberano, absoluto y que para ti no hay nada imposible. La divinidad de su autor se hace patente ante sus maravillas. (Romanos 1:20), Pero aun así no hallo la respuesta a quién soy para Dios. ¿Quién me lo puede explicar? Puedo examinar mis pensamientos, analizar mis sentimientos, juzgar mis actos, pero sólo veo lo que soy a mis propios ojos y no lo que Dios piensa de mí. Sólo él puede revelarme a la vez lo que él es y lo que yo soy. Lo podemos leer en su Palabra: "Todos se desviaron, a una se han corrompido" (Salmo 14:3). Tengo que reconocer humildemente, sin ocultarlo, que soy un pecador mientras que Dios es santo, perfecto, puro, feliz en sí mismo. El mal no puede estar en su presencia; tiene que juzgarlo y combatirlo. Por lo tanto, tal como soy es imposible tener una buena relación con Dios. “Mirad a mí, y sed salvos... porque yo soy Dios, y no hay más”. (Isaías 45:22)
Pero Dios no se detiene en esta triste constatación
y en condenarme por mi vida de pecador, sino que presenta un mensaje de gracia
y esperanza. Si afirma que estoy perdido debido al pecado, también me dice que
puedo ser salvo mediante mi adhesión a Jesucristo. "El
Señor es misericordioso y compasivo, lento para enojarse y lleno de amor
inagotable." (Salmo 145)
Me muestra mi miseria moral, pero al mismo tiempo
me revela la gracia de Dios, la cual es mayor que mi miseria. Dios condena mis
pecados, pero si reconozco mi estado de perdición y creo en Jesucristo, me
asegura que soy lavado por la sangre de Cristo derramada en la cruz,
justificado ante Dios y adoptado por él como su amado hijo. Dios mete el dedo
en la llaga de mi pecado y cura mis heridas. “Por sus llagas
hemos sido curados”. (Isaías 53:5)
Hoy es el gran día en que actuó el Señor y venció a
la muerte. Su resurrección me llena de esperanza y júbilo.
Señor, yo confío en tu perdón y espero que
manifiestes tu amor en mi vida y las de aquellos que amo. No me abandones y
dame la vida eterna. Soy un pecador, pero confío en tu misericordia. ¡Amén!
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