Oración del día

 


9 de marzo de 2024

 Padre celestial:

 Hoy pongo en mi boca palabras de alabanza para ti, mi Dios. En mis labios pongo la plegaria que se eleva a tu altar como incienso.

Padre celestial, me acerco a Ti con fe y esperanza. No dudo que día a día Tú estás en mi vida colmándome con tu presencia y bendiciendo a todos los miembros de mi familia.

Tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Gracias Señor, por la mujer, depositaria y defensora de la vida.

Dios creador habló y sigue hablando a los seres humanos. A través del tiempo y en toda la tierra, la naturaleza da testimonio del poder y de la sabiduría de Dios. "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos" (Salmo 19:1). "Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió" (Salmo 33:9). "Porque en él fueron creadas todas las cosas... y todas las cosas en él subsisten" (Colosenses 1:16-17).

Este universo maravilloso en lo infinitamente grande como en lo pequeño, habla de la grandeza de su Creador. Ese poder divino suscita la admiración de quien se detiene a observar su obra, pero a menudo no penetra su mirada la grandeza de Dios porque no quiere ver con el corazón. No quiere escuchar el lenguaje que modulan los árboles y las piedras de los ríos. Sin embargo, Dios declara que el testimonio irrefutable de la naturaleza responsabiliza a los seres humanos dotados de razón: "Las cosas invisibles de él (Dios), su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa" (Romanos 1:20). A nosotros no nos corresponde medir el grado de responsabilidad de las personas que no reconocen ese testimonio, pero leamos: "Dice el necio en su corazón: No hay Dios" (Salmo 53:1). Nosotros, criaturas dotadas de una inteligencia, ¿nos atreveríamos a decir semejante cosa? "Yo soy el Señor, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí" (Isaías 45:5). La ceguera espiritual del ser humano consiste en negar a Dios y no verlo en su maravillosa creación. 

Señor, danos sabiduría para comprender los secretos y leyes del universo que creaste. Ayúdanos a entender que debemos defender la vida y la paz como bienes superiores que nos conducirán a las moradas celestiales según el testimonio de su Hijo. Amén.  

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