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Una de las formas del amor humano es la solidaridad. La solidaridad como valor, casi siempre nos hace pensar  en esa actitud que asumimos en emergencias y desastres, sin embargo, es una característica de la sociabilidad que inclina al hombre a sentirse unido a sus semejantes y a cooperar  con ellos. No es de extrañarse que escuchemos este término con mayor frecuencia cuando nos encontramos en épocas de guerra o de grandes desastres naturales.
 Podemos definirla como la colaboración mutua en la personas, como aquel sentimiento que mantiene a las personas unidas en todo momento, sobre todo cuando se viven experiencias difíciles de las cuales no resulta fácil salir.
 Manifestamos esta unión y cooperación, cada vez que procuramos el bienestar de los demás, participando en iniciativas como puede ser la visita a los enfermos en un hospital, haciendo colectas de ropa y alimentos para los más necesitados, en un grupo que imparta educación en comunidades marginadas, colaborando en campañas de cuidado y limpieza de calles y áreas recreativas de la comunidad, en los momentos que auxiliamos a quienes son víctimas de alguna catástrofe, es decir, prestando nuestros servicios en la creación de mejores condiciones de vida.
Qué agradable es el momento en que un desconocido se ofrece a ayudarnos a cambiar el neumático averiado o levanta los objetos que han caído de nuestras manos, son pequeños detalles de solidaridad: servir a los demás desinteresadamente, por el simple hecho de ser personas, porque han descubierto la fraternidad.
La solidaridad es más que nada un acto social, una acción que le permite al ser humano mantener y mantenerse en su naturaleza de ser social. Debido a lo anterior es que resulta fundamental fomentar y desarrollar la solidaridad en todas sus aristas, ya que no sólo será necesario llevar a cabo las acciones de las que se requerirá en momentos de guerra o desastres naturales, sino que será fundamental ejercitarla cuando alguno de nuestros seres queridos, ya sean amigos o familiares, tengan algún problema en el que nuestra ayuda o compañía sean un aporte para mejorar en cierto modo la situación.
 La solidaridad es la base de muchos otros valores humanos o incluso, de nuestras relaciones sociales más valiosas, tales como la amistad. En este sentido, la solidaridad nos permite sentirnos unidos a otras personas en una relación que involucra sentimientos necesarios para mantener el funcionamiento social normal. En otros términos más generales, permite al hombre sentir que pertenece a determinado lugar, pertenencia a una nación o grupo, motiva a los ciudadanos de un mismo lugar a luchar juntos y trabajar unidos para lograr una meta colectiva.
 No podemos reducir el concepto de Solidaridad a un simple "servicio" porque  puede hacernos perder de vista otros aspectos importantes que la caracterizan:
 Por ejemplo, en la empresa los dueños deben procurar pagar un salario justo a sus trabajadores, de tal manera que cubran las necesidades primordiales de su familia; los trabajadores en la oficina, el taller, el hospital deben preocuparse por ayudar a sus colegas a desempeñar mejor su labor, con consejos, orientaciones o simplemente enseñarlos a hacer aquello que más se les dificulta.
En el trabajo personal debemos hacerlo con alegría y empeño para garantizar el progreso de todos. Actualizar continuamente los conocimientos nos aprovecha como alumnos y repercute en nuestra comunidad.
En el hogar debemos tratar amablemente a quienes conviven diariamente con nosotros y nos ayudan a tener una vida más agradable y saludable.
En la calle, respetar las normas de tránsito garantiza la seguridad de los peatones y automovilistas.
 La solidaridad es la ayuda mutua que debe existir entre las personas, no porque se les conozca o sean nuestros amigos, simplemente porque todos tenemos el deber de ayudar al prójimo y el derecho a recibir ayuda de nuestros semejantes.
Debemos descubrir y comprender que en cada lugar de trabajo y de convivencia, las personas tienen algo interesante que aportar y que enseñarnos; si aprendemos a interesarnos por el bienestar de las personas estamos en condiciones de ayudarles y prestarles un mejor servicio.
 Si queremos que algo mejore - el aseo de las calles y parques -, debemos decidirnos a tomar el problema en nuestras manos, tal vez el vecino tiene la misma inquietud, y sólo le hacia falta con quien empezar a trabajar... no esperemos que las cosas cambien por sí mismas, tengamos iniciativa propia y cambiemos.
 En resumidas cuentas, vivir la solidaridad requiere pensar en los demás como si fuera otro yo, pues no vivimos aislados y nuestros conciudadanos esperan que alguien se preocupe por ellos.



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