Del libro Reflexiones para un Buen día
Prólogo

Fue
Tolomeo 1 Sóter,
quien hizo de la ciudad que fundara Alejandro el lugar ideal para la pléyade de
artistas y eruditos que la inmortalizaron con sus aportes a la civilización.
Pero fue su hijo Tolomeo II el
continuador del proyecto de su padre. Encargó a Calímaco de la fundación y
cuidado de la Biblioteca que hizo de Alejandría el primer puerto comercial del
mundo antiguo. Citemos a Solimán Lotfallah, en su artículo para Correo de
la Unesco,(noviembre, 1988,
páginas 9-11) para que tengamos
una idea más
clara del importante proyecto: "La idea primitiva fue que la Biblioteca
contara con una copia de todas las obras escritas en griego, pero pronto se
pensó que era mejor adquirir una copia de toda obra de interés escrita en
cualquier lengua; por último se determinó conseguir una copia de toda obra
existente. Hacerse de todas estas copias se convirtió en una de las actividades
principales de los bibliotecarios, que pidieron prestadas a Atenas, contra un
depósito en dinero, todas las obras griegas conocidas para copiarlas. Además,
cuanto manuscrito se encontrara a bordo de todo barco que fondease en el
puerto, era confiscado en el acto y devuelto tan sólo una vez copiado.
Gracias
a este inmenso esfuerzo de recopilación y conservación de
cuantos escritos existieran por doquier, la Biblioteca llegó a ser realmente
la primera biblioteca universal de la historia. No se conoce con exactitud el
número de rollos de papiro que constituían su colección; según las
estimaciones, oscilaba entre 400 000 y 700 000, ya que un rollo podía contener
varias obras, aunque también una sola obra podía abarcar varios rollos.
La
Biblioteca fue la primera de la historia que clasificó
y repertorio sus fondos con arreglo a un sistema de normas establecidas.
Formaban parte de la Biblioteca el Museion o Templo de las Musas, institución
permanentemente abierta a las actividades artísticas, el observatorio
astronómico, el jardín zoológico y botánico y las salas de reunión. Así los
sabios y creadores más destacados vivieron o pasaron algún tiempo en Alejandría
atraídos por la Biblioteca. Entre ellos cabe citar a Herófilo de Calcedonia,
quien estableció las reglas de la anatomía y la fisiología; a Euclides,
inventor de la geometría; a Eratóstenes, quien calculó la circunferencia de la
Tierra; a Herón el Viejo, que escribió varios libros de mecánica... En
definitiva, la Biblioteca ejerció una influencia esencial en el florecimiento
de la cultura grecorromana. Nada queda hoy de este monumento del espíritu
humano. Al parecer, la Biblioteca y el Museo fueron destruidos durante la
guerra civil que asoló al país durante el siglo III de la era cristiana."
Pero no
sólo
los pueblos han sobresalido gracias a los libros. Ellos han cambiado el
derrotero de la vida de muchos hombres que hallaron un destino sublime en sus
páginas. Veamos algunos ejemplos del gran libro de la historia que hemos venido
consultando: George Bernard Shaw, un hombre que no tuvo más que los primeros
estudios, tímido por naturaleza y avergonzado por convicción, más ajena que
propia, llegó al Nobel de literatura de 1925. Dejemos que sea el mismo escritor
quien nos relate la experiencia:
"La
lectura de El Capital fue algo que torció mi carrera. Marx
fue una revelación. Sus abstractas teorías, según descubrí más tarde, estaban
equivocadas, pero descorrieron el velo. Me abrieron los ojos a las verdades de
la historia y la civilización, me dieron una fresca y completa comprensión de
ellas y me proveyeron de un propósito y una misión en la vida. En una palabra,
me hicieron hombre."
Dale
Carnegie nos recuerda a Mark Twain, autor de Tom Sawyer:
"Por aquella época, caminando una
tarde por las calles de Hannibal, en Misuri, recogió un pedazo de papel que
volaba por la vereda; era una página arrancada de un libro. (...) La página
vagabunda pertenecía a una biografía de Juana de Arco, y narraba su cautividad
en la fortaleza de Rouen. Las injusticias de todo lo narrado impresionaron al
joven de catorce años. ¿Quién era Juana
de Arco? No lo sabía. Ni siquiera la había oído nombrar. Pero
desde entonces, devoró todo lo escrito sobre ella. Su interés en la historia de
la famosa heroína lo apasionó durante más de media vida; cuarenta y seis años
más tarde escribió un libro referente a ella, llamado Recuerdos de Juana de
Arco."
Todos
conocemos a Edison, pero pocos las lecturas por él preferidas.
Aquellas que le permitieron pasar del anonimato y la miseria a ser un hijo
mimado de Minerva y un hombre digno de emular. Sigamos a Verdejo en la
biografía que hizo del genial inventor:
"En
Boston, Edison trabajó intensamente en sus experiencias. Fue
aquí donde tuvo la oportunidad de comprar de lance las Obras Completas de
Faraday, circunstancia que había de ser decisiva en su vida. El día que
las compró leyó toda la noche, sin interrumpirse un momento, hasta la mañana
siguiente, a la hora de almorzar. Su amigo y compañero de habitación, Milton
Adams, no se atrevió a advertirle que el tiempo pasaba y se imponía el
descanso. Le veía tan abstraído... Y cuando al medio día, Edison levantó por
vez primera los ojos de la lectura, dijo:
—Adams, tengo tantas cosas que hacer, y
la vida es tan corta, que he de darme prisa..."
Podríamos
continuar narrando historias de personajes que, sin duda alguna, no serían
quienes conocemos si no se hubieran dado a la tarea de leer.
Pero en
nuestro medio, para muchos la lectura resulta tediosa y obligatoria y sólo
sirve para pasar un semestre o un año lectivo. Por su parte los maestros
imponen obras y autores por varias décadas hasta que se pensionan con ellos. La
biblioteca escolar es un lugar de
castigo (en algunos casos) y el libro, un instrumento de tortura para aplacar
a los indisciplinados. Los padres de familia consideran una malversación
la adquisición de libros, y siendo pudientes, no encuentran motivación para
culturizarse a través de un libro. Necesitamos tomar la lectura como una estrategia
que nos lleve a mejores niveles de vida.
No es
tarea de los profesores de lengua materna; es un compromiso de todos si
queremos un mejor país. Cuando tomemos la decisión de leer
por amor al conocimiento, seremos dueños de nuestro propio destino, y nuestra
bandera ondeará en el encuentro de los grandes porque quien tiene el
conocimiento, tiene el poder; y en los libros está el origen del conocimiento.
Así el milagro de Alejandría se repetirá en nuestro suelo.
Para
quienes creen que es posible este milagro escribí este libro.
Espero
que lo disfruten como yo al escribirlo.
Efraín Gutiérrez Zambrano
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