Relaciones entre lo público y lo privado
Lo
público es el espacio de todos... y el espacio de nadie. Algunos,
faltos de cultura ciudadana, lo llenan de basura y muy pocos son los que protestan
por el desaseo. La calle, el parque son lugares que debieran interesarnos, pero
no hay compromiso de los ciudadanos por hacer de esos espacios los paisajes
agradables de la vida citadina donde niños y adultos tengan un lugar de
esparcimiento. No faltan quienes hacen de la calle y el parque el baño público
de sus mascotas. Esas personas, con sus actitudes, demuestran la falta de
cultura ciudadana.
Estos sitios son el dominio preferencial del
Estado, pero también reproducen experiencias de resistencia. Se constituyen
como el lugar de encuentro, donde los discursos dan paso a la acción y aquella
a la reinvención de las nuevas y viejas prácticas sociales. Requiere capacidad
de propuesta y diálogo, impone encuentro y tolerancia. Sin la aceptación de las
diferencias la plaza, la calle, el parque se convierten en lugares peligrosos y
violentos. Lo público deja de ser monopolio del Estado, cuando se entiende como
el espacio de todos y cada uno lo asume como propio y lo defiende. Es en este
espacio donde las ideas cobran vida y se enriquecen. Con los aportes individuales
crece el acerbo cultural y las marcas que le dan carácter a la sociedad.
Lo público
está caracterizado por la libre accesibilidad de los comportamientos y
decisiones de las personas en sociedad. Más aún: cuando ellas desempeñan algún
cargo dotado de autoridad política jurídica, la publicidad de sus actos se
convierte en un elemento esencial de todo Estado de derecho. Kant la elevó a la
categoría de principio trascendental: sin ella "no habría justicia (que
sólo puede ser pensada como públicamente manifiesta) ni habría tampoco derecho, que sólo se otorga desde la
justicia".
Lo
privado, se entiende como aquél espacio
donde impera una transparencia relativa. En efecto, la privacidad, tal como
aquí se entiende, requiere necesariamente la presencia de, por lo menos, dos
actores. Es la interacción entre ellos lo que impide la adopción de una total
opacidad ya que ella volvería imposible toda comunicación. En el ámbito de lo
privado, la discreción es sustituida por reglas de comportamiento, muchas de
ellas válidas sólo dentro del ámbito privado, pero cuya calidad moral no depende de la capacidad de imposición
por parte del legislador privado ni del consenso de sus destinatarios. La moral
privada no es una moral diferente de la pública sino que ambas son
manifestaciones de una única moral.
El ámbito de la
convivencia pública impone restricciones normativas que son las que están en la
base de toda organización social que desee superar la inseguridad que
resultaría del intento de hacer valer incontroladamente nuestros deseos y
preferencias.
A medida que el desempeño de una persona en la sociedad
adquiere mayores connotaciones públicas, la esfera de su vida privada se va
reduciendo hasta llegar a un punto en donde es difícil trazar un límite preciso
entre lo privado y lo público.
Es en la intimidad donde forjamos nuestra identidad
y las ideas o planes de acción que luego manifestamos en público si lo
consideramos oportuno. Pero no pasemos por alto estas palabras de Milan
Kundera: “La persona que pierde su intimidad lo
pierde todo.”
El 6 de junio presentación de la tercera edición del libro Secretos de los triunfadores. Espero me acompañe en este evento cultural. Escríbame a efraguza@gmail.com y le enviaré la invitación.
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