Sobre el hábito lector

Formar verdaderos y competentes lectores debe ser el propósito de la escuela. En los primeros años los padres se alegran que su hijo e hija saben leer y en los años intermedios y en los superiores se enorgullecen al ver que niños y niñas adquirieron el hábito lector. Sin embargo, al interior de la institución educativa los docentes hallan muchas dificultades para llegar al feliz cumplimiento de ese objetivo. Entre otros que los padres no apoyan el proceso lector porque estiman que adquirir un libro es una malversación en estos tiempos en que internet es la panacea del conocimiento y los niños y adolescentes encuentran en la tecnología mayores motivos para leer.  Pero este es un sofisma de distracción si tenemos en cuenta los resultados que arrojan las calificaciones bimestrales en cada plantel educativo. El problema no se resuelve en las pantallas o en las páginas de los libros físicos, si padres y maestros  no se unen para despertar la motivación suficiente en los muchachos y muchachas.

En la institución educativa es cotidiano escuchar al docente diciendo que la lectura se le ha convertido en un problema. Pocos son los estudiantes que encuentran placer al leer y menos aún son aquellos que comprenden lo que leen. Quienes leen a regañadientes o para simplemente cumplir con la tarea obtienen resultados que con el paso del tiempo se convierten en inapetencia lectora. Otros ni siquiera se toman el trabajo de leer porque dizque los temas son aburridos, y además en su casa no hay ejemplos a seguir. No se debe olvidar que los niños y niñas aprenden por imitación. Y si en el hogar no hay ese hábito lector es difícil que se adquiera por insinuación del profesor o profesora.

Por mi experiencia sé que el primer paso para formar el hábito lector es la motivación. Antes de señalar un texto lo importante es suscitar en el estudiante el deseo de leer como dice Roland Barthes. Si despertamos ese interés habremos dado el primer paso de manera segura. El segundo es la concentración sin la cual no aflora la mirada atenta de la mente en los parajes que el libro virtual o físico presenta. Al respecto dice M. E. Dubois: “Ese deseo que lleva al lector a permanecer absorto en la lectura, indiferente al mundo exterior en un estado que lo aproxima al del enamorado o el místico.” Sin atención no habrá reflexión, análisis y planteamiento de hipótesis entre los alumnos. Es decir, no tendrá cabida la comprensión de lo que se lee y sin la comprensión la memoria humana no puede retener el conocimiento que se escapará como el agua depositada en un cedazo. Si estos pasos que constituyen una metodología apropiada se siguen, llegaremos al aprendizaje significativo que debe ser el pináculo del proceso lector. 

Mas para conseguir una verdadera motivación y un aprendizaje significativo es indispensable no solamente estrategias de tipo psicológico sino también tener en cuenta a la hora de escoger los materiales de lectura que se proporcionan a los estudiantes algunas recomendaciones como el mirar que sean llamativos, significativos y que deben tener un sentido para ellos. Y al decir sentido me refiero a lo estético y a lo ético. El primero atañe a la armonía del texto de donde emerge la belleza y el segundo, a lo que aporta para que, después de leer y comprender, ese lector o lectora sea un mejor ser humano.

De acuerdo con lo anterior y con el fin de aportar a la solución de esa inapetencia lectora en muchachos y muchachas, me di a la tarea de seleccionar estos fragmentos que propongo en esta antología, Pre-textos para leer, para estudiantes en quienes se quiera formar el hábito lector. Espero que docentes, padres y madres de familia hallen en ella los resultados añorados y que el proceso lector sea un verdadero placer para el niño o niña que se aproxima a él.  (Este libro estará proximamente en librerìas) Algunos de sus capítulos se pueden leer en este blog.  

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