Relación e integración.
Cuando
experimentamos la comunicación interior de cuerpo, mente y espíritu con el
sentido de totalidad o integridad humana surgen como consecuencia natural la
paz interior y el gozo de vivir. Esa integración se expresa, además, en las
relaciones que establecemos con las cosas, las personas y con Dios.
Para
comprender mejor el tema de las relaciones conviene aclarar que en el lenguaje
diario utilizamos conceptos que solemos emplear como sinónimos sin reflexionar
sobre sus diferencias. Con el fin de evitar esa confusión debemos indagar el
significado de asociación, relación e integración en el diccionario de la RAE.

El segundo de relacionar: “Hacer
relación de un hecho. || Establecer relación
entre personas, cosas, ideas o hechos. || Mantener trato social.”
El tercero de integrar: “Dicho
de las partes: Constituir un todo. || Completar un todo con las partes que faltaban. || Hacer que alguien o
algo pase a formar parte de un todo. || Aunar,
fusionar dos o más conceptos, corrientes, etc., divergentes entre sí, en una
sola que las sintetice.”
La asociación la buscamos cuando,
después de cavilar, nos damos cuenta que somos finitos, limitados e imperfectos
y si queremos crecer como seres humanos necesitamos asociarnos. Es una
característica importante del ser humano la sociabilidad y sin la asociación no
sería posible desarrollarla. Es indispensable colaborar con el otro, trabajar
en equipo, aceptar que el semejante es diferente y por tanto nos complementa.
Muchos de los problemas se pueden
solucionar si nos asociamos y en la vida diaria a cada momento lo hacemos.
Vamos al médico porque su conocimiento nos beneficia, acudimos al maestro para
vencer nuestra ignorancia, sin el campesino que labra la tierra el hambre sería
mayor, en fin, todos los seres humanos ofrecemos servicios y cosas que hacen
más cómoda la vida en sociedad. Pero la asociación es más de tipo mercantil.
Por eso suele suceder que dos personas que eran buenos amigos, después de
asociarse, terminan de enemigos.
Pero la asociación fracasa porque no
sabemos relacionarnos y establecemos pactos con personas que son autoritarias, dogmáticas,
escépticas, díscolas, egoístas y casi siempre valoran lo suyo pero no son capaces
de admitir que los demás también aportan.
Antes de establecer cualquier tipo de relación
debemos examinar muy bien con quien vamos a tratar. Sin este análisis es posible
que vayamos hacia el fracaso. De aquí la importancia de un verdadero noviazgo antes
del matrimonio.
Sin buenas relaciones y asociaciones es
imposible que lleguemos a la integración, a la comunicación total, a la unidad.
Hidrógeno y oxigeno son diferentes, pero unidos son una bendición.
Debemos desarrollar las capacidades para
percibir y valorar a los demás. Todos somos valiosos y podemos contribuir a la sociedad
humana. Es fundamental comprender que sin la unidad interna y la armonía social
no conoceremos los frutos de la paz y el bienestar social. Combatamos el egoísmo
y salgamos de manera decidida al encuentro del otro con una nueva actitud y con
la intención de relacionarnos sin hipocresías ni mezquindades. Solos no somos nada,
pero unidos constituimos la fuerza que mueve al mundo.
El 6 de junio presentación de la tercera edición de este libro cuya portada les comparto.
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