Oración del día
11 de junio de 2022
Bendigamos al Señor
que en todo tiempo nos bendice. El profeta nos dice:
En
descanso y en reposo seréis salvos. (Isaías 30:15).
Para
muchos de nosotros es difícil creer y esperar que Dios actúe en nuestras vidas.
Por eso decidimos capitular, es decir, rendirnos y nos olvidamos de que debemos
entregarnos al amor de Dios. Preferimos renunciar a luchar para salvarnos a nosotros
mismos; debemos ser humildes y reconocer que no tenemos los recursos ante la
santidad de Dios. Sí, es un verdadero misterio sabernos amados por un Dios que
debería condenarnos debido a nuestra naturaleza rebelde. Dios nos ama tal como
somos; confiemos en Él y creamos que su Hijo Jesucristo vino a la tierra para soportar
el castigo que merecían nuestros pecados, que fue crucificado por nosotros para
darnos vida eterna.
¿Permanecería
usted indiferente ante el hecho de que Dios haya aceptado el sacrificio de su
Hijo y de este modo recibir con justicia a todos los que creen en él?
Jesús
es la salvación: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo" (Hechos
16:31). Debemos rendirnos ante Dios y experimentar la felicidad más grande;
conozcamos a Jesús, el Hijo de Dios, como Salvador. Es la paz con Dios, la paz
tras la lucha y el miedo, una paz que se traduce mediante el gozo y la
alabanza. El discípulo de Cristo tendrá que afrontar situaciones nuevas y
difíciles, pero su alma se sentirá libre, serena y feliz, pues halló a su
Salvador y Señor. Cada conversión, es decir, cada vez que rechazamos el pecado
y los vicios que nos esclavizan ocurre un verdadero milagro del amor divino que
nos libera de nuestras vanas luchas y somete nuestro orgullo. Hoy agachemos la
cabeza e inclinémonos ante Dios porque es nuestro Maestro, pero un maestro
bueno y lleno de gracia. Nos espera como un padre espera a su hijo que se fue
de casa. "Volved, venid" (Isaías 21:12). Amén.
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