Oración del día
18 de junio de 2022
Padre Celestial:
Como muchos, sin que lo note estoy predispuesto a la depresión. “Mi alma está hastiada de males... Soy como hombre sin fuerza... he estado medroso”. (Salmo 88:3-4, 15). Siento el vacío que carcome mis entrañas. Nada me deja satisfecho. No siempre estoy deprimido, pero tengo tendencia a estarlo, por ello debo seguir un tratamiento. Soy consciente de que formo parte de la gran multitud de gente que no le halla sentido a su vida. Cuando hablo de mi estado y mis sensaciones con la gente, algunas personas agradecen oír algo de lo que experimento, porque ellas tienen que enfrentarse al mismo problema.
“Si nuestro corazón nos reprende,
mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas”. (1 Juan 3:20)
Me hace mucho bien leer y meditar
constantemente la Palabra de Dios. “Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque
tu dicho me ha vivificado”. (Salmo 119:50)
Los pensamientos negativos que
predominan en el agujero negro de la depresión se combaten acudiendo a la “verdad”.
Sólo Jesús, puede curarme y así lo expreso y espero. Mi mejor defensa es
colocarme siempre en el contexto de la Escritura y las manos del Hijo de Dios
para que hable a mi alma que está inquieta y perturbada. Aprendí a no tomar al
pie de la letra lo que mis sentimientos me dicen. Claro que es necesario ser
consciente de nuestros sentimientos y estar atentos. Pero éstos son variables y
a menudo dependen de nuestro estado físico y de nuestras circunstancias. Hasta
de lo que se come diariamente. Son estados aparentes y espejismos peligrosos. Personalmente, lo reconozco, hay días que me
siento poco amado y rechazado; pero este sufrimiento no corresponde a la
realidad. No debo dejar que ese pensamiento se imponga y me guíe, me digo.
Establezco una relación de Dios y comienzo a invocarlo y en mis peores momentos,
como la tormenta, veo que esas sensaciones de vacío desaparecen y brilla la luz
del sol. El Señor me recuerda una verdad que trataba mi mente de rechazar:
"Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús" (Romanos 8:1). “Vengan a mí todos los que están cansados
y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso”. (Mateo 11:28). Como el
leproso del Evangelio, en este nuevo día, digo: “Señor, si tú quieres, puedes
sanarme”. (Mateo 2:8) Amén.
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