Máxima tensión en Oriente Medio tras el asesinato del militar Soleimani. ¿Qué seguirá?


Resultado de imagen de muerte de soleimani"Os he puesto delante la vida y la muerte... escoge, pues, la vida, para que vivas... amando al Señor tu Dios, atendiendo a su voz. Deuteronomio 30:19-20
Nuestra vida se resume a un menú de opciones. Siempre tenemos que escoger. Múltiples decisiones influenciarán la vida propia y ajena. Desde el amanecer hasta el anochecer e incluso durante altas horas de la noche tomamos decisiones, o personas de poder, sin consultar con nosotros, las toman. Algunas sin consecuencias y otras, irreversibles. Hoy, por ejemplo, Donald Trump causó máxima tensión en Oriente Medio tras el asesinato del militar Soleimani. ¿Qué seguirá? Hace cien años un hecho similar sumió a la humanidad en la I Guerra Mundial. Tomar decisiones es tarea diaria. Entre los ciudadanos del común, por ejemplo, son días propicios para decidir sobre estudios, trabajo, residencia, noviazgo, matrimonio y adquisición de bienes y servicios. Nos quedamos en lo superficial.
Poco reparamos en que las decisiones afectan el estadio moral: elegir entre bien y mal, entre mentira y verdad, humildad y soberbia, egoísmo y solidaridad, sabiduría y estulticia, salir o no salir. ¡Siempre debemos escoger! Pero antes se debe pensar con detenimiento para no tener que arrepentirnos. Diez meses después se maldice la gran fiesta del matrimonio o dos siglos más tarde se condena la precipitación de los políticos de aquella generación.
Mas como el ser humano es efímero y lo único que lo salva del sinsentido es la fe se debe recordar que la elección más importante es: vivir con Dios o sin Él.
Esta elección, no sólo acarrea consecuencias para esta vida. Para quienes tenemos el don de la fe como guía sabemos que la eternidad es el estipendio que reciben quienes saben decidir.
Hoy debemos interpretar los hechos de la historia y preguntarnos, aunque parezca una perogrullada, si Dios nos aprobará lo que escogimos.
Muchos eventos humanos nos dicen que hay gente que se inclina ante la muerte, la nada, el sinsentido. Poca importancia se le da a la vida eterna. Es más. Ni siquiera estamos seguros de que exista. Es un misterio del cual conocemos un poco, ignoramos demasiado. Sin embargo, no digamos: «No hay afán, tengo mucho tiempo, tomaré la decisión más tarde».
El día, los años pasan y corremos el riesgo de arrepentirnos de haber aplazado esa decisión que debemos tomar hoy. Escuchar la conciencia, la voz de Dios, es optar por la vida, la eterna. El único camino y el único que nos dijo que es la Vida, la Verdad, la Eternidad fue Jesús. Lo expresó con su muerte en la cruz e hizo de ese signo ignominioso el símbolo del amor. Seguirlo debe ser nuestra consigna si queremos disfrutar las delicias del Paraíso.

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