Máxima tensión en Oriente Medio tras el asesinato del militar Soleimani. ¿Qué seguirá?

Nuestra vida se resume a un menú de opciones. Siempre
tenemos que escoger. Múltiples decisiones influenciarán la vida propia y ajena.
Desde el amanecer hasta el anochecer e incluso durante altas horas de la noche tomamos
decisiones, o personas de poder, sin consultar con nosotros, las toman. Algunas
sin consecuencias y otras, irreversibles. Hoy, por ejemplo, Donald Trump causó máxima
tensión en Oriente Medio tras el asesinato del militar Soleimani. ¿Qué seguirá?
Hace cien años un hecho similar sumió a la humanidad en la I Guerra Mundial. Tomar
decisiones es tarea diaria. Entre los ciudadanos del común, por ejemplo, son
días propicios para decidir sobre estudios, trabajo, residencia, noviazgo,
matrimonio y adquisición de bienes y servicios. Nos quedamos en lo superficial.
Poco reparamos en que las decisiones afectan el
estadio moral: elegir entre bien y mal, entre mentira y verdad, humildad y soberbia,
egoísmo y solidaridad, sabiduría y estulticia, salir o no salir. ¡Siempre debemos
escoger! Pero antes se debe pensar con detenimiento para no tener que
arrepentirnos. Diez meses después se maldice la gran fiesta del matrimonio o
dos siglos más tarde se condena la precipitación de los políticos de aquella
generación.
Mas como el ser humano es efímero y lo único que
lo salva del sinsentido es la fe se debe recordar que la elección más
importante es: vivir con Dios o sin Él.
Esta elección, no sólo acarrea consecuencias
para esta vida. Para quienes tenemos el don de la fe como guía sabemos que la
eternidad es el estipendio que reciben quienes saben decidir.
Hoy debemos interpretar los hechos de la
historia y preguntarnos, aunque parezca una perogrullada, si Dios nos aprobará
lo que escogimos.
Muchos eventos humanos nos dicen que hay gente
que se inclina ante la muerte, la nada, el sinsentido. Poca importancia se le
da a la vida eterna. Es más. Ni siquiera estamos seguros de que exista. Es un
misterio del cual conocemos un poco, ignoramos demasiado. Sin embargo, no digamos:
«No hay afán, tengo mucho tiempo, tomaré la decisión más tarde».
El día, los años pasan y corremos el riesgo de
arrepentirnos de haber aplazado esa decisión que debemos tomar hoy. Escuchar la
conciencia, la voz de Dios, es optar por la vida, la eterna. El único camino y
el único que nos dijo que es la Vida, la Verdad, la Eternidad fue Jesús. Lo
expresó con su muerte en la cruz e hizo de ese signo ignominioso el símbolo del
amor. Seguirlo debe ser nuestra consigna si queremos disfrutar las delicias del
Paraíso.
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