Oración del día
27 de abril de 2022
Padre Celestial:
En Reflexiones para un buen día dediqué tiempo al silencio. Por aquellos años me preocupaba salir y encontrarme con altos niveles de contaminación auditiva. Hoy seguimos y quizás con mayor ruido en todos los lugares. Éste es ocasionado por diferentes medios de transporte, personas que venden en carros con amplificadores, máquinas que perforan las calles, televisores en las esquinas para ver los partidos, música a alto volumen sin que se le pueda decir al vecino que modere el sonido porque las agresiones son mortales... Nuestra vida a menudo está aturdida por ruidos de todo tipo. Muchos confunden el silencio con el vacío y la soledad y tratan de huir de él para sentirse más cómodos. Hasta se hizo costumbre usar audífonos para escuchar la música y olvidar a los que nos rodean. Además del ruido exterior, existe ese incesante torbellino de pensamientos al que el mundo nos arrastra. Tanto ruido nos impide pensar para actuar y sobre todo para orar.
Calla en la presencia
del Señor. (Sofonías 1:7) Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada
la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto
te recompensará en público. (Mateo 6:6)
Debemos buscar el silencio
para reflexionar en los actos y hechos de cada día. No se trata de un silencio para
alejarnos del mundo y olvidar nuestros pensamientos, o llorar sobre sueños que
no se hicieron realidad. Busquemos el silencio para escuchar a Dios, para orar
y agradecerle sus bendiciones. Para pedir que su Santo Espíritu nos guíe. Nuestra
alma necesita ese silencio como nuestros pulmones necesitan el aire. El
silencio es más que la ausencia de ruido. Es una actitud de escucha y de
apertura. Nos permite detenernos para presentarnos ante Dios mediante la plegaria
con fe. "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10). Si
tomamos esos momentos de silencio para reponer nuestras fuerzas junto a Dios,
para escuchar su voz "apacible" y delicada (1 Reyes 19:12), lejos de
los ruidos y preocupaciones, nuestra vida será más serena. Además, es en el
silencio donde sentiremos la presencia del Señor y donde la alabanza preparada
en el corazón es escuchada. "Tuya
es la alabanza en Sion, oh, Dios" (Salmo 65:1).
Padre celestial concédenos
el privilegio del silencio para escuchar a los que necesitan consuelo y
consejo. Permite que seamos mensajeros de paz, de la paz que tu hijo nos ofreció
y por sus méritos escucha nuestra oración que brota del corazón. ¡Amén!
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