Oración del día
10 de septiembre de 2022
Amado Padre:
Todos los días trabajamos, pero son muchos los que estiman en más su posición que el sentido de lo que hacen. Jesús, tu Hijo, vio a Leví, sentado en el banco de los tributos públicos. Trabajaba para los romanos y como funcionario público de ellos lo consideraban una especie de traidor. Sin embargo, el Maestro le dijo: “Sígueme”. Su clase social no le importó, mucho menos lo que la gente pudiera pensar y decir de su persona. La voz de Jesús resonó como un imperativo necesario para curar su vida sin sentido y quiso obedecer. “Y levantándose, le siguió”. (Marcos 2, 14).
Mateo, como lo llama Jesús y los demás
apóstoles, era un hombre instruido. Un excelente cronista que nos dejó su
testimonio en el primer Evangelio. Él se reconoce pecador y siente la necesidad
de la gracia del Salvador. Invita a otros pecadores a su casa y comparte ese
día de bendición con otros que requieren del Señor. No se justifica, por el
contrario, reconoce que su trabajo no lo santifica. Desea para su vida seguir el
ejemplo de quien lo ha llamado.
Señor, danos sabiduría para aceptar
nuestros errores y desear corregirlos en el menos tiempo posible. Concédenos tu
gracia y danos tu bendición. Danos el privilegio de ser sinceros contigo y con
los demás. Amén.
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