Oración del día



26 de septiembre de 2022

Señor y Padre:

Hoy es un día maravilloso porque veo el sol brillar y el aire que llega a mis pulmones es limpio. Me das la oportunidad, y te la agradezco, de reconocer y aceptar la condición humana, sus limitaciones, dificultades y miserias. A veces me pregunto: ¿Cómo me puede entender Dios? ¿A caso Él ha pasado por las dificultades que estoy pasando?

Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos”.  (Hebreos 4:15-16)

 Tú no eres un Dios lejano e inalcanzable, sino un Dios que compartes con sus hijos. Jesucristo, Aquel en quien “Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal” (Colosenses 2:9) ha pasado por todos estos problemas y desde que nació tuvo que padecer muchas humillaciones, injusticias y al final de sus días los dolores se multiplicaron al ser condenado a morir en la Cruz

“Porque hay un solo Dios y mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. (1 Timoteo 2:5) Voluntariamente renunció a su condición de Hijo de Dios para hacerse humano como tú o como yo y sufrió tentaciones, traiciones, abandono, el dolor del alma lo hizo llorar, el hambre y la sed lo agobiaron y el interés de muchos se impuso sobre la verdadera amistad.

Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos”.  (Hebreos 4:15-16). Amén.

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