Oración del día



27 de septiembre de 2022

 

Amado Padre:

Así como en la música se aprecian sonidos, silencios y acordes, a la vida la tejen lágrimas, risas y acciones. Nada se debe omitir para no perder la belleza de la melodía. No debemos sorprendernos cuando el dolor nos visita para darnos consejos y lecciones. “Conozco, oh, Señor, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste. Sea ahora tu misericordia para consolarme”. (Salmo 119:75-76)  A la acción debe acompañar la reflexión para no extrañarnos por los altibajos de la vida. Pero la buena reflexión sólo se logra cuando detenemos la marcha y tomamos un momento de descanso para dialogar con Dios. Entremos en su trono y descansemos en su presencia. Escuchemos la voz de nuestro Salvador: “Venid vosotros… y descansad un poco”. (Marcos 6:31). A veces, la vida parece detenerse para nosotros y sufrimos a causa de enfermedades, accidentes, pérdidas, fracasos, traiciones y remordimientos.  Pero también debemos mirar estas circunstancias como oportunidades para ser bendecidos al acatar la voluntad del Padre Eterno. Razón tiene el apóstol Pablo cuando dice: “El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura”.  Si acatamos la voluntad de Dios veremos los milagros que hace en nuestra vida.

Perdona que rechacemos la enseñanza del dolor y el infortunio. ¿Cómo podemos comprender y discernir estos acontecimientos? Enséñanos a obrar conforme a tu santa voluntad. Danos sabiduría para entender tus designios. 

Señor, en este nuevo día te glorificamos y pedimos que abras nuestro corazón y entres en él para que lo consueles. Perdónanos por confiar más en lo aparente que en tu Palabra de Vida eterna.  Te lo pedimos en el nombre de tu Hijo, Jesús, quien nos dio ejemplo de amor y sufrimiento al morir por todos en la cruz. Amén.   

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