Oración del día
25
de mayo de 2022
Señor Jesús,
aquí
estoy
como
leproso que corre a esconderse de las miradas inquisidoras. Ante ti lo
reconozco, padezco la lepra del pecado. Todo mi ser se avergüenza ante tu
presencia inmaculada y mis labios te suplican: Ten piedad de mí. Siento en mi
alma la ignominia. Me duelen los ríos de sangre que corren por las calles. En
mi semblante se advierten los sentimientos del asesino. Perdóname, por negarme
a aceptar que tú eres real. Tan real como el sol que avasalla con su luz la
enorme montaña y deja su imponencia desnuda para que quien tenga ojos la
contemple. Perdóname, por mostrarme indiferente ante la lepra que padece el
mundo. Es un mundo que adora las armas y asesina niños. Para estimular la producción
de armas, inventa guerras y justifica su posesión para defensa propia,
asesinatos colectivos y de Estado. Perdóname, por cerrar los ojos para no ver
los horrores de la guerra y por confabularme con los amos de la muerte para
impedir que brille la bandera de la paz. Perdóname, por desconfiar de tu
presencia real entre nosotros. Hoy, es mi deseo, ofrecerte esta plegaria que
nace de lo profundo de mi corazón. Sé que la oración de un corazón abatido y
humillado tú, mi buen Señor, no la desprecias. Sólo te repito, avergonzado, esa
suplica que aquellos que padecían lepra y te gritaban para que tú los curaras:
“Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros.” Y tú los curaste porque eres real y
escuchas a quien humillado reconoce su lepra y te pide perdón. Amén.
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