Oración del día
Padre
celestial:
En este amanecer te suplicamos nos ayudes a comprender lo que te agrada y danos la fortaleza para renunciar a todo aquello que pensamos es lo que debemos buscar para el diario sobrevivir. Hasta creemos, en nuestra equivocación, que el dinero es la causa de la felicidad.
“Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero”. (Hechos 8:20)
"Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no (viene) de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2:8-9). Tú nos adviertes que el dinero es causa de injusticias. Tú eres justo, nosotros somos pecadores y culpables que sólo merecemos tu juicio. Pero tu misericordia es nuestra esperanza. Tú Hijo es el único Salvador (Isaías 45:21). "Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con la humanidad, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia" (Tito 3:4-5). Para salvarnos, nos pides creer en su Evangelio y confiar en la obra que tu Hijo cumplió en el Gólgota.
Tú quieres perdonarnos, pero de nosotros
depende el aceptar tu mano tendida hacia nosotros. La salvación no viene de
nosotros, pues no podemos obtenerla haciendo sólo buenas obras. Por muy
meritorias que nos parezcan nuestras acciones, éstas no pueden, de ninguna
manera, compensar nuestras faltas. Nadie puede pagar a Dios su rescate, pues
"la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás"
(Salmo 49:8). Los humanos siempre queremos participar en nuestra salvación,
para no deber todo a nuestro Padre. Pero no es tu pensamiento, Padre eterno, dejar
al ser humano en una angustia continua que lo obsesione y desespere. (¿Merezco
la vida eterna siendo pecador?). Únicamente el sacrificio de Cristo, tu Hijo, puede
borrar nuestro pecado. Sólo podemos salvarnos mediante la gracia, la confesión
de nuestras equivocaciones y la fe en la obra redentora de Jesús. ¡Amén!
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