Somos más que eso
El ser humano
confía mucho en la lógica de la razón y olvida aspectos fundamentales que
escapan a ella. Hace dicotomías, separaciones y antinomias que parecen
clarificar los objetos que pretende analizar, pero no son más que métodos para
investigar. Habla de mente, cuerpo, espíritu, emociones, sentimientos y
establece entre todos ellos conexiones sin darse cuenta que ese conjunto forma
el todo de su naturaleza. Por esa misma forma de pensar da prelación a uno de
esos elementos en detrimento de los demás.

Pero no se puede
negar que hay personas y sociedades que se manifiestan fragmentadas. Dejan de
lado una dimensión para dar todos sus cuidados a otra. Roma por ejemplo
idolatró el patriotismo e hizo del Estado un dios. Sus costumbres políticas
sirven de ejemplo a los regímenes dictatoriales y fascistas. Y en cuanto a las
personas, se ven individuos preocupados por embellecer el cuerpo y por
conseguirlo se tornan marionetas de las vanidades propias y ajenas.
Lo peor es que hasta bien se puede adquirir
fama de iconoclasta al rechazar toda manifestación de vida espiritual. Hay
instituciones educativas a las que sólo les interesa que sus estudiantes
obtengan los mejores resultados, ya sea en las evaluaciones internas como en
las externas que hacen los organismos encargados de velar por la supuesta calidad de la
educación. Daniel Goleman demostró que
se puede ser muy talentoso pero fracasar porque no se es competente para
manejar las emociones. No falta el que, como don Quijote, dedica tanto tiempo a
la vida intelectual que descuida su cuerpo y familia para terminar en manos de
un psiquiatra.
Perder el sentido
de la totalidad es extraviarnos en la vida e ir directos a la fragmentación y
al fracaso. ¿De qué sirve a la sociedad el genio si carece de virtudes y
empatía? Para responder a esta pregunta basta con revisar la vida y obra de
Benvenuto Celini, para muchos el gran orfebre del renacimiento, pero que su
manía de estar buscando riñas y duelos, lo llevaron al homicidio.
Si no se quiere
caer en los peligros de esta fragmentación se debe tener siempre presente que
el ser humano es una totalidad. Es conveniente cuidar el cuerpo sin
exageraciones y brindar atenciones al espíritu. Busque la reflexión, el
contacto con la naturaleza, la comunicación con Dios. Propicie encuentros
familiares, asista a reuniones sociales que le ayuden a crecer, no se pierda
las obras dramáticas y musicales que la ciudad ofrece. Nutra sus emociones con
actitudes de generosidad y verdadero afecto. Aléjese de las calumnias y
chismes. No juzgue al otro y déle la
oportunidad de ser escuchado. Seguramente que su historia es también
interesante como la suya.
Preocúpese por
encontrar el punto de equilibrio para enriquecer todas sus dimensiones humanas.
Cuando lo halle verá que su vida vale la
pena vivirse. Sus vecinos y compañeros no serán molestos sino necesarios para
aprender y crecer. Usted se amará y confiará más en sus talentos y no envidiará
los ajenos. Acepte el sentido de la totalidad y descubrirá que su vida es
mágica y usted tiene como misión llegar a ser feliz.
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