Somos más que eso


El ser humano confía mucho en la lógica de la razón y olvida aspectos fundamentales que escapan a ella. Hace dicotomías, separaciones y antinomias que parecen clarificar los objetos que pretende analizar, pero no son más que métodos para investigar. Habla de mente, cuerpo, espíritu, emociones, sentimientos y establece entre todos ellos conexiones sin darse cuenta que ese conjunto forma el todo de su naturaleza. Por esa misma forma de pensar da prelación a uno de esos elementos en detrimento de los demás.
Una comida exquisita no sólo alimenta el cuerpo sino que da tranquilidad al espíritu y despierta emociones y sentimientos. El niño, en sus primeros meses forma referentes en su mente que le llevan a identificar  a quien le da alimento y le anima a sonreír y hablar. En el periodo de conquista de la pareja humana o para agasajar se recurre mucho a una invitación a comer. Un buen negocio se puede cerrar en una mesa y al calor de un vino. Luego nutrir el cuerpo es nutrir el espíritu y propiciar el fortalecimiento del amor, los lazos de amistad o simple camaradería. Compartir un alimento o dar un bocado estimula el crecimiento del afecto.
Pero no se puede negar que hay personas y sociedades que se manifiestan fragmentadas. Dejan de lado una dimensión para dar todos sus cuidados a otra. Roma por ejemplo idolatró el patriotismo e hizo del Estado un dios. Sus costumbres políticas sirven de ejemplo a los regímenes dictatoriales y fascistas. Y en cuanto a las personas, se ven individuos preocupados por embellecer el cuerpo y por conseguirlo se tornan marionetas de las vanidades propias y ajenas.
 Lo peor es que hasta bien se puede adquirir fama de iconoclasta al rechazar toda manifestación de vida espiritual. Hay instituciones educativas a las que sólo les interesa que sus estudiantes obtengan los mejores resultados, ya sea en las evaluaciones internas como en las externas que hacen los organismos encargados  de velar por la supuesta calidad de la educación. Daniel Goleman  demostró que se puede ser muy talentoso pero fracasar porque no se es competente para manejar las emociones. No falta el que, como don Quijote, dedica tanto tiempo a la vida intelectual que descuida su cuerpo y familia para terminar en manos de un psiquiatra.
Perder el sentido de la totalidad es extraviarnos en la vida e ir directos a la fragmentación y al fracaso. ¿De qué sirve a la sociedad el genio si carece de virtudes y empatía? Para responder a esta pregunta basta con revisar la vida y obra de Benvenuto Celini, para muchos el gran orfebre del renacimiento, pero que su manía de estar buscando riñas y duelos, lo llevaron al homicidio.
Si no se quiere caer en los peligros de esta fragmentación se debe tener siempre presente que el ser humano es una totalidad. Es conveniente cuidar el cuerpo sin exageraciones y brindar atenciones al espíritu. Busque la reflexión, el contacto con la naturaleza, la comunicación con Dios. Propicie encuentros familiares, asista a reuniones sociales que le ayuden a crecer, no se pierda las obras dramáticas y musicales que la ciudad ofrece. Nutra sus emociones con actitudes de generosidad y verdadero afecto. Aléjese de las calumnias y chismes.  No juzgue al otro y déle la oportunidad de ser escuchado. Seguramente que su historia es también interesante como la suya.
Preocúpese por encontrar el punto de equilibrio para enriquecer todas sus dimensiones humanas. Cuando lo halle verá que su  vida vale la pena vivirse. Sus vecinos y compañeros no serán molestos sino necesarios para aprender y crecer. Usted se amará y confiará más en sus talentos y no envidiará los ajenos. Acepte el sentido de la totalidad y descubrirá que su vida es mágica y usted tiene como misión llegar a ser feliz.


AHORA  los libros de Efraín Gutiérrez Zambrano llegarán a su casa. Sólo escriba al correo electrónico: efraguza@gmail.com y le daremos las instrucciones para el pago y envío. Asunto: Pedido 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Oración del día

Oración del día

Oración del día