Soñar es la llave del futuro.

Hay personas que buscan a otra para contarle sus sueños y esperan que ella les interprete lo soñado o al menos las escuche con atención. Lo hizo el faraón con José y el profeta Daniel ganó respeto ante el rey y la posteridad por lo acertado de sus interpretaciones. Pero no se puede negar que hay algo de misterio en estos hechos oníricos y su lenguaje expresa una atmósfera mística que da un halo especial a los que dicen conocer los símbolos soñados. Se dice por ejemplo, que la mamá de Pericles, en los días de la gestación, en sueños vio un león manso que su hijo acariciaba y salió a decir a sus amigas y vecinas que el hijo que nacería de sus entrañas sería importante y poderoso. Gracias a un sueño, José supo que lo mejor era marchar con su familia a Egipto para evitar que el hijo de Dios cayera en la matanza de niños ordenada por el rey Herodes.                  
Pero lo más importante es lo que a cada quien le digan sus sueños. Primero se debe identificar si se soñó despierto o dormido. Las manifestaciones de la interioridad humana pueden sobrevenir en horas del día, en plena actividad o en un descanso. No faltan los que se sientan en la mesa de una cafetería, piden un tinto y mientras se lo toman, comienzan a soñar. Se concentran tanto que se olvidan de lo que acontece a su alrededor.
Otros son los sueños que en la penumbra de la habitación visitan la mente y llenan de sensaciones que despiertos no se tendrían. Algunos dicen que son carencias que se hacen patentes, otros que son hechos que están por suceder.
Esas imágenes que la mente crea son puertas que abren: el futuro, el pasado, las emociones del día anterior, las premoniciones de enfermedades y tragedias. Hasta pueden ser profecías o verdades que estamos a punto de descubrir.
Pero no se debe olvidar que los más valiosos de todos los sueños son los que tenemos mientras estamos despiertos, esos que nacen de la reflexión y son el fundamento para la planeación exitosa. En ellos se manifiestan deseos y esperanzas, derroteros a seguir, responsabilidades por cumplir. Estos debieran ser los prioritarios y por los cuales se debe trabajar hasta verlos convertidos en realidad. De esta clase de sueños hay más ejemplos que la historia presenta para demostrar así que son la voluntad e inteligencia las gestoras de sus realizaciones. Para lograrlo es necesaria mucha constancia. En algunos casos, un poco de paciencia y resignación, porque en el camino a su concreción no faltan los escollos. Mas tomar conciencia de ellos fortalece y da seguridad y confianza a los proyectos humanos.
Hay quienes sin haber comenzado la brega entran en la incertidumbre y el desgano porque el peso de sus temores los hunde en el fondo de las decepciones. Estos no tienen en cuenta que nada grande se hace sin el concurso de esfuerzos reiterados y pequeños. Además, que toda empresa requiere un riesgo.
Tampoco se debe pasar por alto que muchos sueños necesitan la expresión porque el poder de las palabras ayuda a su realización. Es conveniente repetirlo a la mente para que ésta tome conciencia de lo importante que es el cumplimiento de esta visión para la realización del proyecto vital. Al tomar conciencia la mente activa toda la atención y la creatividad y una fuerza inédita transforma el rostro apático en simpático y la abulia en entusiasmo. Siempre se debe recordar que en los sueños hay grandes tesoros pero es indispensable comenzar a buscarlos con mucho trabajo y excelente disposición. Soñar por soñar es inútil ejercicio si no tiene el ser humano la actitud poderosa del trabajo tenaz. Miguel de Cervantes Saavedra, en su obra inmortal, Don Quijote, manifiesta la conclusión: “Sólo una cosa mala tiene el sueño y es que se parece a la muerte, pues entre un dormido y un muerto hay poca diferencia.”                      
                  

        

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