Oración del día
11 de diciembre de 2021
Padre celestial:
Te quiero pedir
misericordia por los migrantes que murieron en México y por los que se hallan
heridos en los hospitales. Ellos buscaban una futura residencia, cercana a todas las
comodidades, en un hermoso ambiente. Era su sueño, pero hallaron el sueño
eterno en su viaje a hacia una tierra desconocida que probablemente los rechazaría.
Nuestra vida
terrenal ofrece una gran variedad de residencias con los privilegios que da la
riqueza y se nos olvida elegir y buscar el lugar donde moraremos para siempre
después de nuestra muerte. Somos peregrinos que vamos hacia una tierra
prometida, en ella nos espera la presencia de Dios, si hemos vivido de acuerdo
con sus mandamientos o estaremos para siempre excluidos de la felicidad que da
compartir con Él sus jardines.
La entrada a esa
casa eterna en los cielos es gratis para todos, pero no olvidemos que la
elección de habitar en ella debe tomarse hoy. En el más allá no nos concederán
ninguna posibilidad de cambiar de lugar, de cambiar las actitudes que nos
alejan de la gracia divina. Así que, antes que finalice este año escuchemos al apóstol:
"os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios... He aquí ahora el
día de salvación" (2 Corintios 5:20; 6:2). Quien cree en Jesús y acata su
palabra tendrá un cuerpo glorioso y una casa "eterna".
Sabemos que si nuestra morada
terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una
casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. (2 Corintios 5:1)
Esta esperanza de un vida plena y
eterna la fundamentamos en la resurrección de Cristo de entre los muertos.
Después de haber dado voluntariamente su vida, Jesucristo se revistió de un
cuerpo glorioso, y el discípulo que lo acepta está destinado a tener un cuerpo
semejante al Suyo. El apóstol Pablo afirmó: "Nuestra ciudadanía está en
los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el
cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante
al cuerpo de la gloria suya..." (Filipenses 3:20-21). Señor, lleva a la
vida eterna quienes murieron en tan aparatoso accidente y sana las heridas de
quienes sobrevivieron. Amén.
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