Oración del día
26 de
diciembre de 2021
Hacer el bien es
la orden que recibimos de Dios. El cristiano es llamado a esforzarse para
hacer el bien. Como estimulo tiene el ejemplo del Señor Jesús, su Salvador, quien en
la tierra fue de lugar en lugar haciendo el bien (Hechos 10:38). El apóstol
Pedro lo recuerda y exhorta a sus hermanos a practicar el bien siguiendo el
ejemplo de Jesús, el modelo perfecto, incluso si esto les acarrea sufrimientos.
"Si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado
delante de Dios" (1 Pedro 2:20).
Ayudemos a los
menos favorecidos, visitemos a los enfermos, a los que están aislados; así
sentiremos que nuestra propia carga es más liviana. El contacto con el
sufrimiento y la angustia, el ver tantas miserias físicas y morales nos harán más conscientes
de nuestros privilegios. Harán que seamos más perseverantes en el importante servicio
de la oración y de la beneficencia.
Por lo tanto,
hacer el bien sin cansarse es el deber del cristiano en un mundo donde hay
tanto egoísmo. La búsqueda ferviente de sus propios intereses tiene como
consecuencia directa frecuentes conflictos entre los pueblos, los individuos y
las familias. Quien acepta a Jesús, como su Salvador, nunca debería olvidar que lo que posee lo debe
solamente a la gracia de Dios. Si aprecia realmente esta gracia, lo mostrará
por su prontitud para dar, ayudar y servir a su prójimo. ¿Anhelamos tener más
gozo? Pues bien, lo hallaremos tratando, cada vez que podamos, de aligerar las
condiciones de vida de nuestros semejantes. Y, sobre todo, en esto serviremos
al Señor e imitaremos a Jesús. Señor, danos entrañas de misericordia y ayúdanos
a vencer el egoísmo que nos mantiene atados a nuestros deseos. Amén.
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