Oración del día
18 de diciembre de 2021
Padre celestial:
El Padre celestial nos puede curar o salvar, gracias a las oraciones de
otras personas. Cuando estamos enfermos de gravedad no somos conscientes y no
podemos invocar y suplicar a Dios nuestra salud. Lucas nos dice que unos
hombres llevaron en camilla a un paralítico y no hallando por donde pasar para
ponerlo frente a Jesús se subieron al techo y desde allí lo hicieron descender
para que lo sanara. Pero Jesús comienza el proceso de curación -porque ve la fe
de aquellos hombres- diciendo al enfermo: “Tus pecados te son perdonados.”
Quienes no creen en Él piensan que blasfema, mas Jesús no se deja intimidar por
su actitud hostil y pregunta: ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados te son
perdonados”, ¿o “Levántate y camina”?
A Dios no le preocupa la mala intención de quienes lo juzgan y no lo
aceptan. Tampoco los deseos irracionales de la ignorancia porque sabe que en
estas personas no puede florecer la fe. Y mucho menos el verdadero Amor. Con su
pregunta busca atraer su atención y así poderlos salvar, pero ellos no lo
quieren.
Comprendamos que para salvarnos y curarnos tenemos que aceptar al Hijo
del hombre. Cristo vino para salvar a los que están enfermos del alma, para
redimir a los pecadores. Al Redentor le interesa más el alma que el cuerpo. Sin
embargo, en su bondad divina, también le dice: “Para que ustedes sepan que el
Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados, yo te
lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a casa”. Y el paralítico se
incorpora y salta de gozo.
La acción de Cristo en nosotros no surte efecto sin carecemos de fe y en
nuestro ánimo no existe la intención de convertirnos y cambiar nuestras
actitudes perjudiciales y hostiles hacia los demás que nos arrastran hacia el
abismo.
Pidamos, en este amanecer del tiempo de adviento, al Hijo del Dios vivo
que nos conceda su perdón, sus remedios saludables, la gracia de su Santo
Espíritu, y no cerremos nuestros oídos a su Palabra si queremos escuchar: “Tus
pecados te son perdonados”. Seguramente que al vernos sanos diremos como
aquellas gentes que fueron testigos del poder del Mesías: “Hoy hemos visto
cosas maravillosas”. (Lucas 5,17-26). Amén.
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