El trabajo es una
oportunidad valiosa.
27 de febrero de 2013
Si bien
el ideal de la vida y su mayor tarea es trabajar no siempre se valora esta
misión con el agrado que merece. Y aunque todas nuestras aptitudes nos conducen
hacia el trabajo y de esa forma nos vemos inclinados, no todos los seres
humanos lo encuentran placentero.
Pero el
trabajo trae al ser humano innumerables beneficios. Sin el esfuerzo diario el
cuerpo pierde su vitalidad y el espíritu se torna abúlico. Sin la constancia
todas las obras resultarían inacabadas y carentes de valor y gusto estético. El
trabajo, lejos de abrumar la existencia humana, prepara el ser para la
realización de las empresas encomiables y de las cuales los años se mostrarán
orgullosos.
Gracias
a la labor diaria el hombre pone orden en el caos y evita que la locura emplee
su mejor arma, que es el ocio inútil, para vencerlo y hundirlo en los abismos
lúgubres.
A veces
olvidamos que el trabajo requiere no sólo diligencia y que es importante
conocer la técnica y el método.
No
menos valiosa es la remuneración, aunque ninguna deja al ser humano satisfecho.
Mas de la necesidad ajena muchos se aprovechan y humillan y deshonran al
trabajador con sueldos de supervivencia que no pagan el cansancio del cuerpo y
mucho menos las aspiraciones del alma. Son salarios que no cumplen las leyes
divinas y sí se camuflan entre las injusticias humanas que las ordenanzas de
los gobiernos amparan.
Así el
esfuerzo diario no hace la vida feliz y la torna insoportable porque a la
preocupación de la labor diaria se suma la del ambiente de miseria. A la acción
de trabajar no sigue la alegría sino el tedio de trabajar y trabajar sin poder
cumplir las metas que la comodidad exige.
Es
cierto que el Génesis ordena:
“Mediante el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a confundirte
con la tierra de que fuiste formado.”
Pero es una infamia que los poderosos aceleren esta confusión con el
tamaño desproporcional de su codicia.
Aprendamos
a valorar las tareas sencillas y el talento profesional para obtener un
ingreso, lograr los propósitos personales y de la familia y a brindarle al mundo nuestras mejores
creaciones.
Realicemos
con alegría
la labor de cada día y unamos nuestras manos a las de otros cuyos sueños son la
bondad del mundo y la erradicación de la pobreza extrema.
No desconfiemos de las lecciones que
genera el trabajo y no vayamos a la oficina, a la fábrica o al taller para
evadirnos. Es mejor utilizar el trabajo como una oportunidad de mostrar las buenas ideas y la pericia de
las manos. El trabajo realizado con una actitud digna, alegre y amorosa conduce
a la felicidad porque es entrega generosa a los demás. El trabajo nos hace partícipes
del progreso general. Alegra el corazón en el ejercicio del servir a otros que
están esperando los frutos de nuestro talento.
No temamos a las exigencias ni a los
requerimientos que no hay trabajo que sin fatiga cuando se busca la mejor
calidad. Además, los trabajos mal hechos son efímeros y sólo la posteridad
venera las obras magníficas.
Trabajemos sin desfallecer hasta merecer el aplauso y
hagámoslo como la naturaleza que en su trabajo imperceptible y silencioso va
tejiendo la tela de la vida para admiración de todo aquel que se detiene a
contemplarla.
Y a manera de colofón, tomemos prestada la moraleja de la
fábula de Esopo, El náufrago:
“Invoquemos a menudo a los dioses, mas no olvidemos trabajar para salvarnos.”
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