Apología del estilista Mauricio Leal Hernández


 


El odio es un gran peligro para el cuerpo y la avaricia, gran amenaza para la fortuna. Si se combinan odio y avaricia se puede ver el rostro cruel de la muerte. Esta fue la primera conclusión a la cual llegué cuando me enteré de la muerte del estilista Mauricio Leal Hernandez y Marleny Hernández Tabares. Después los noticieros siguieron lanzando aceleradamente hipótesis que la fiscalía, en sus investigaciones, convirtió en detalles de la forma como se perpetuó el crimen que no tuve tiempo para asimilar y extraer de esta infamia algunas lecciones para la vida personal y colectiva.

Escribo esto porque me molesta que algunas personas calumnien a una persona que, por su condición de muerto, no puede defenderse de sus malas intenciones y chismes a que lo someten las lenguas viperinas.    

Mauricio nació, como persona trabajadora y cumplidora de sus deberes, el lunes 25 de noviembre de 1974 en la Capital mundial del bordado, Cartago, Valle del Cauca. A los 15 años estudiaba en Cali. Ante la separación de sus padres se hizo repartidor de arepas y encomiendas, pero sin dejar de pensar en el sueño de su vida que era oficiar como apóstol de la belleza.

A los 17 años, luego de varias pruebas se convirtió en el "peluquero estrella" de algunas peluquerías de Cali. Según expresó en una entrevista que le hizo un colega, desde que tenía uso de razón lo atrajo el arte de la belleza y confirmó que entró al mundo de la peluquería cuando se le encendió la luz viendo lo que le enseñaban a su mamá en un curso de peluquería que ella tomó y él tenía que ver desde la ventana.

Cuando tuvo la oportunidad a una señora le manifestó su gran ilusión y ella le consiguió el primer trabajo en una peluquería de unos amigos, que eran de la iglesia a la que asistía. “El puesto que me consiguió era lavando pelo, o sea era como el auxiliar de la peluquería y para esa época, el auxiliar era la persona que hacía de todo; era el que servía el tinto, el que barría, el que trapeaba, el que abría y cerraba, era la persona que ayudaba con todo”.  Esta experiencia, manifestó con orgullo, le permitió aprender a valorar el trabajo de otros y a cuidar la pulcritud del entorno de trabajo.

"Cuando pasó un mes de haber estado en eso, yo le dije al dueño -una de las pocas mentiras que he echado en mi vida- le dije al dueño que yo era peluquero, que yo sabía, aunque la persona que me llevó a ese puesto me llevó a la iglesia cristiana y ahí me pasó lo que las personas no creen. Me tocó el espíritu santo".

Tres años más tarde era el propietario de una peluquería reconocida en la capital del Valle ubicada en el barrio Santa Mónica, pero por una mala amistad con una modelo caleña, esposa del hijo de un narcotraficante, en Miami terminó incluido en la lista Clinton.

Tuvo que demostrar su inocencia y después de este fracaso regresó a Bogotá para abrir su propia peluquería con un estilo muy personal. Desde entonces, Mauricio comenzó a distinguirse por su trabajo y se convirtió en el estilista de confianza de las celebridades y futuras reinas de belleza como Carolina Cruz, Fanny Lu, Lina Tejeiro, Laura Acuña, Cristina Umaña, Andrea Nocceti, y Andrea Serna, entre otras. En la película Memoria se puede apreciar su trabajo en el rostro de la actriz Tilda Swinton. Estos éxitos despertaron muchas envidias, pero la de Jhonier, su hermano, fue la más evidente.

Convivió con el dolor durante más de una decena de años por problemas con su tórax, por lo que le hicieron un trasplante y tuvo que permanecer más de tres meses quieto en casa.

Odio, avaricia y envidia causaron su muerte en la madrugada del 21 de noviembre de 2021 a cuatro días de cumplir sus 48 años. Su vida demuestra que no me equivoqué cuando escribí en Reflexiones para un buen día este aforismo: “No hay mayor riqueza que el trabajo, ni mejor herramienta que la alegría.

Muchos de los testimonios de empleados y amigos permiten deducir que Mauricio Leal fue un excelente ser humano.  Fanny Lu así se expresó:  

“Se suponía que este video lo subiríamos juntos. Hoy, 24 de noviembre, en el día de tu cumpleaños, lo publico con un gran sin sabor. Sin embargo, al verlo sonrío porque eso eras tú, Mauricio Leal: amor, talento, nobleza y, sobre todo, generosidad. ¡Hoy celebramos todo eso! Feliz cumpleaños hasta el cielo, te amo”.  

Comentarios

  1. Muy triste ser ambicioso y no trabajar para tener lo ambicionado. Pensemos y pidamosle a Dios mucha humildad y sabiduría para hacer las cosas bien.

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