6 de enero de 2022
Padre Celestial:
Gracias
te doy por la vida de tu Hijo. Él nos enseñó como alabarte y pedirte algún
favor en oración. Jesús leyó en su paso por la tierra textos del Antiguo
Testamento. Los evangelios expresan que conocía porque había leído y cita libros
y recomienda su lectura. Él es un maestro. Cuando tenía doce años, sentado en
medio de los que enseñaban las Escrituras, Jesús los escuchaba y les hacía
preguntas (Lucas 2:46). Él, el hombre perfecto, pudo decir: "No sólo de
pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"
(Mateo 4:4). Cuando tenía treinta años se levantó y leyó en la sinagoga de su
pueblo. Se le dio el libro de Isaías, donde encontró un texto que hablaba de la
venida del Mesías, es decir, de él mismo (Lucas 4:16-17). Los jefes religiosos
se asombraban: "¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?" (Juan
7:15). Jesús nos exhorta a tener presente este texto de la Palabra: "Más
fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se deje de cumplir una tilde de la
ley" (Lucas 16:17). Las palabras como las promesas que Tú, mi Dios, nos
das se cumplirán. También, tu Hijo, resume, con fuerza moral la dimensión de tus
mandamientos: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas" (Mateo 22:37-40). Antes
de leer, nos enseñó Jesús, debemos pedirte, Padre, la inteligencia que nos da
el Espíritu Santo. Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? (Lucas
10:26) Recordemos que Jesucristo hombre, a quien se refieren las Escrituras, es
la Palabra hecha carne.
El
Señor... despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como
los sabios. (Isaías 50:4). Señor, hoy te pedimos que nos instruyas y nos des a conocer
tu santa voluntad. Enséñanos a ser dóciles a ella. Amén.
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