Ser humano es ser hermano Lectura recobrada

 La historia humana es una lucha continua entre el amor y el egoísmo. Dos fuerzas que se mantienen en pugna y no dejan que el ser humano conozca el mayor don que la paz otorga a quienes aceptan que entre hermanos no hay odios ni guerras sino comprensión y deseo de ser mejores cada día. Es de ese ambiente de armonía y equilibrio social que brota la felicidad personal y colectiva. Mientras no se decida el hombre a ir hacia el otro ser humano que lo llama y necesita, no se podrá construir el mundo que los dos sueñan y es inútil entender que somos hermanos porque compartimos igual naturaleza y bebemos de las mismas aguas para mantenernos vivos.

Portentosa es la imaginación, pero no puede concebir el ser humano solitario, aislado, separado de los demás y que se baste a sí mismo para realizarse plena y felizmente. Si el Otro lo rechaza o lo ignora, el hombre es un náufrago en el inmenso piélago de la existencia. Sin desarrollar el sentimiento del amor en lo recóndito del ser, el rey de los primates no es más que un guijarro desprendido de la gran montaña. Es el eslabón perdido que a nadie interesa buscar.
Los seres humanos no son piedras yuxtapuestas sino que están llamados a ser lozas unidas para formar el puente que una los mundos separados de la tierra. Cada hombre es una gota del gran océano llamado Humanidad. Separado es un grano de arena del ardiente desierto de la soledad. Excluido de ella es un monumento que recuerda el poder del egoísmo. Mientras éste reine en el corazón del ser humano, la tierra será un campo de batalla y el conocimiento no tendrá otra finalidad que la destrucción del mismo hombre.
Para evitar su extinción el ser humano debe aprender a conocerse a sí mismo, pero no puede llegar a su madurez plena mientras no se lance al conocimiento  y aceptación de los otros hombres que con él comparten iguales angustias e ideales. Solamente cuando el niño adquiere consciencia de sí mismo es capaz de hacer abstracciones para aceptar que hay valores y sueños en el mundo de los humanos. Por eso los jóvenes son los protagonistas de los grandes idealismos y son los autores de los más hermosos sueños de convivencia ciudadana. Pero lamentablemente las fuerzas oscuras del odio, hijo mayor del egoísmo, los arrinconan y señalan como bichos que desean infectar con sus ideas las viejas estructuras. Se les declara peligrosos y causa de la gran enfermedad de la violencia. La sociedad no admite que es de su propio vientre que brotan sus nuevos hijos. Y que más vale sembrar amor en los niños que darles ejemplos reales y virtuales de destrucción individual y colectiva.  
Pero cuando abandona ese estado de ensoñación que es la infancia,  el adolescente libra su lucha porque desea incorporarse a la Humanidad. A sus años es consciente de que es a ella a la que pertenece y a la cual se debe unir para llevar a cabo su proyecto de vida. Gracias a esa crisis, producto de la inestabilidad e inseguridad que dan los años juveniles, descubre que ser hombre es integrar la gran cadena de Humanidad, no como un eslabón sino como un todo.        
Mas la experiencia de su vida estudiantil y laboral no le permitirá aprender que son el conocimiento y el amor los caminos que llevan hacia el verdadero desarrollo y que es en el amor a los hermanos donde se descubre que existe un estadio superior de vida, la espiritual, y que existe un Padre que nos ama y espera que nos comportemos como hijos de quien nos llamó a la existencia.   

De Reflexiones que cambiarán su vida        


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